Leemos en nuestra Biblia: Lucas 2:1-20
“Dios, mi alegría, tú eres fiel a tus promesas antes, hoy y mañana, porque tu ternura no tiene fin”. De esas promesas vienen estos decires que Lucas nos trae, decires simples, breves, sin relevancias; habla de personas no importantes, porque Dios para encontrarnos elige el camino de la humildad y ternura (entre el pasto, sin lugar, pastores anónimos).
“Dios, mi alegría, tu has hecho de mi pobreza morada de silencio; donde todos pueden adorar, el secreto de tu presencia”. Aunque parezca arcano, raro, ficción, su presencia es así y “no hay que tener miedo”, porque de alegría profunda se trata, de señales y, ¡qué lindo poder ir guardándolo en el corazón!, como aquello de “todo está guardado en la memoria” (incluso lo no lindo que sucederá).
“Dios, mi gozo, tú solo eres Santo, tu amor es poder y en tus manos el mundo comienza a nacer”.
Nace Jesús, comienzo…se dice Navidad y hay muchas…comerciales, rutinarias, religiosas; pero hay una sola de verdad, y es aquella de quien escucha y responde con fe al amor gratuito de Dios manifestado para todas las personas con el don de su hijo Jesús.
Navidad entonces, como nuevo inicio, novedad que evoca y provoca cosas nuevas, sorpresas tiernas, desafiantes, comenzando mañana…
“Para que nazcan cosas nuevas: que entre el ensordecedor bramido de lo mismo, lo triste, lo posible, lo viejo, lo que muere, lo que mata, sepamos descubrir el susurro, las señales, el secreto y la fuerza de lo que nace; que cuidemos los espacios de nacimientos, que ayudemos a nacer, a no morir, a seguir viviendo, a luchar, a sonreír, a vivir, que nazcamos, que Dios nos Bendiga.
Ariel Charbonnier
Pastor emérito de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata