17 de febrero: día de la emancipación valdense

Para los y las valdenses, el 17 de febrero es lo más parecido a una fiesta patria. Se encienden enormes fogatas conmemorativas, alrededor de las cuales se reúnen las comunidades a cantar y reflexionar sobre lo que les plantea esta fecha, tanto en el frío invierno alpino como en nuestro tórrido verano rioplatense. ¿Qué se conmemora en esa fecha? ¿Por qué es tan importante para los-as valdenses hoy?

Iban tres siglos de encierro de un molesto enclave protestante en un estado piamontés católico, que enmarcaron un ghetto alpino. Se prohibía a los-as valdenses adquirir tierras fuera de las estrictas fronteras de los valles, pagar el diezmo a la iglesia católica, pedir permiso ante cualquier celebración extraordinaria. Pero para mediados del siglo XIX el torbellino de la Revolución Francesa había estimulado el sentimiento de ser ciudadanos-as libres, dejando de lado la antigua concepción de súbditos de un monarca absoluto. Para el mundo valdense implicaba sacudirse la inercia de una estructura construida para protegerse de las restricciones y de un imaginario del pasado heroico, para vivir una fe plena que se proyectara hacia el futuro. Para muchos-as piamonteses-as era contradictoria una monarquía constitucional con la restricción de los derechos de las minorías, en este caso valdenses y judíos. Finalmente, el rey Carlos Alberto de Piamonte decide otorgarles la libertad civil y política el 17 de febrero de 1848, en forma de una carta-patente. Se producen una serie de festejos, que incluyeron el encendido del faló y una procesión por el centro de Turín, rodeada de aclamaciones populares por la libertad.

¿Qué consecuencias tuvieron esas cartas-patentes para los y las valdenses? Significó la libertad civil y política: poder trabajar y asentarse fuera de los valles, estudiar en la universidad y expresar sus opiniones, sin innovar respecto a la libertad religiosa; la iglesia oficial seguía siendo la católica. Estas cartas-patentes refuerzan el concepto de ciudadano-a, que implica en el fondo una libertad más amplia: ser valdense no se nace, sino se elige. Ese año el Sínodo establece la fiesta anual del 17 de febrero, y reconoce que no es más el parlamento de una región, sino la asamblea de la iglesia. Diez años después se formará la primera colonia valdense en el Río de la Plata. En nuestros países se gozará de esa libertad civil y religiosa, a pesar de ser la Iglesia Católica la oficial (en Uruguay hasta principios del siglo XX).

El 17 de febrero de 1848 significa el comienzo de una nueva etapa en la historia valdense, que implicó en pocos años el nacimiento del valdismo contemporáneo, expandido hacia toda Italia, y al Río de la Plata. Hoy se sigue celebrando esta fecha como la fiesta de la libertad, y nos recuerda que allí fue iniciado el camino del testimonio hacia un mundo nuevo, al que somos invitados-as a caminar. ¿Estamos dispuestos-as a sacudirnos la inercia estructural y de un imaginario del pasado para enfrentar los retos que nos propone la sociedad actual?

Darío Dalmás
por Mesa Valdense

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