2020, QUE LA PLENITUD Y GRACIA DE DIOS NOS TRANSFORMEN

Lee en tu Biblia Juan: 1: 10-18

¡Inspiradora lectura la del prólogo del Evangelio de Juan para iniciar el 2020! Entre días de balance y evaluaciones del año que se fue, agendas que se abren reservando lugar para lo que continúa, y páginas que esperan la sorpresa de lo nuevo.

Leyendo el evangelio de Juan encontramos a una comunidad de grupos y realidades en las que por momentos no era fácil la convivencia. La oración de Juan 17, 20-21, cuando Jesús ruega a Dios “que todos sean uno…para que el mundo crea”, nos permite imaginarla.

Es que, como leemos en el prólogo de Juan “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

En medio de un mundo donde los suyos lo rechazaron, se reconoce y afirma que todas las personas quienes creen son hijos e hijas de Dios. La plenitud de Dios, la gracia y verdad ofrecidas por Jesús son para todos/as; Dios es Dios de todos/as porque esa es su voluntad.

“Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.”

Con mucha fuerza en nuestros días, desde lo limitado, exclusivo y excluyente de la ley, surgen quienes quieren ser administradores de gracia y verdad, como si fueran de su pertenencia.

Es en medio de esta realidad de división y exclusión que somos llamados/as a anunciar el evangelio que afirma: “de su plenitud tomamos todos, gracia sobre gracia”, buena noticia que debe ser compartida y hacerse real en cada intento de ser uno/a en y con los/as demás, nuestros prójimos.

La necesidad de superar divisiones desde el amor transformador de Jesús, sigue siendo hoy, como en el tiempo de la comunidad de Juan, una necesidad urgente. Las exclusiones duelen, lastiman, matan y se multiplican.

Tenemos por delante un nuevo año por vivir. Tiempo para dejarnos sorprender y transformar por la plenitud y la gracia de Dios. Tiempo para aprender a encontrarnos, dialogar, recibirnos, cuidarnos. Tiempo para celebrar el ser parte de un proyecto común, el Reino de Dios que viene.

Que el 2020 nos encuentre agendando acciones comprometidas con la unidad, en esperanza y paz. ¡Entonces será un feliz año nuevo!

Pastora Claudia Tron

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.