El 5 de mayo de 1978 abría sus puertas el Hogar para Ancianos de Jacinto Arauz, recibiendo a sus primeros cuatro residentes. Cuarenta y siete años después, la institución continúa brindando contención, cuidado y dignidad a las personas mayores. Su directora, Noelia Genre Bert, comparte la historia, las actividades y los desafíos actuales del Hogar.

Un sueño que nació en comunidad
La iniciativa de fundar un hogar para personas mayores surgió en 1976 desde el consistorio de Colonia Iris, ante la necesidad de cubrir dos demandas sociales en la zona: un espacio para niños y niñas con discapacidades, y un hogar para adultos mayores. Tras una votación comunitaria, se decidió priorizar este último.
El proyecto comenzó con la compra de una casa grande, y el 5 de mayo de 1978 recibió a sus primeros cuatro residentes. En aquel entonces, los requisitos de ingreso incluían ser parte de la comunidad valdense y encontrarse en condiciones de autonomía. Con el tiempo, estas condiciones cambiaron para adaptarse a la realidad social: «Hoy muchas familias trabajan y no disponen del tiempo necesario para cuidar; por eso, estos hogares cumplen una función esencial, asistiendo en las actividades de la vida diaria», explica la directora.
El Hogar fue creciendo gracias al esfuerzo colectivo. Campamentos de trabajo, voluntariado y el apoyo de programas como Otto per Mille permitieron mejoras y ampliaciones que lo convirtieron en un espacio cálido y funcional.

Una celebración con raíces
El pasado sábado 10 de mayo se celebró un nuevo aniversario con la tradicional cena comunitaria, una costumbre que solo se interrumpió en 2020 por la pandemia. «Es un momento muy especial. Participan residentes, familiares, miembros de la comisión y personas de la comunidad. Es una fiesta de ellos y ellas, con música, alegría, reflexiones y abrazos compartidos», relata Noelia.
Actividades que enriquecen la vida cotidiana
Actualmente, el Hogar tiene capacidad para 34 personas y alberga a 32 residentes. Las actividades se organizan en talleres diversos: lúdicos, de estimulación cognitiva, yoga, manualidades y espacios de espiritualidad como estudios bíblicos y celebraciones religiosas. “La conexión con la Iglesia está siempre presente. Cuando alguien visita la comunidad, también pasa por el Hogar”, afirma la directora.

Desafíos y horizontes
Uno de los grandes desafíos que señala Noelia es fortalecer los vínculos entre el Hogar y otras instituciones del pueblo. «Buscamos que las personas mayores participen de la vida social, que no se las vea solo como habitantes del Hogar. Tienen mucho para aportar y merecen seguir sintiéndose parte activa de la comunidad».
Finalmente, reafirma el propósito esencial de la institución: “Nuestro objetivo es que cada persona viva su paso por el Hogar con amor, empatía y respeto. Que este sea un lugar donde les guste estar y donde sus derechos sean respetados y cuidados”.