1179 – Una delegación valdense va a Roma

En ocasión de celebrarse el III Concilio de Letrán.

Son considerados laicos ignorantes pero aún no “herejes” (fuera de la doctrina oficial).

El arzobispo de Lyon prohibió la predicación de Valdo y de sus seguidores.30

En su defensa, Valdo argumentó que era menester obedecer a Dios antes que a los hombres.31

Guichard, así se llamaba el arzobispo de Lyon no solo se contentó con prohibir las predicaciones de los valdenses, sino que fue más allá y los expulsó de su ciudad.32

Cerca de tres años más tarde Valdo, acompañado de un discípulo llamado Vivet,33 apeló directamente ante el papa de Roma Alejandro III, con ocasión de la celebración del III Concilio de Letrán. Este concilio tenía lugar en la ciudad pontificia en el año 1179.34 Es presumible que Valdo y los suyos mantuvieran la esperanza de que en este concilio se pudieran resolver las dificultades y las divergencias con el arzobispo de Lyon. No parece legítima la comparecencia de los valdenses en este III Concilio de Letrán, pues no habían sido previamente convocados.35

Estuvieron presentes en la asamblea trescientos obispos provenientes
de los distintos países de Europa y de los territorios conquistados por
los cruzados, además de los embajadores de monarcas y príncipes
cristianos. Formaba parte de la delegación de Enrique II de Inglaterra
el monje Walter Map, a quien debemos la única referencia sobre los
valdenses ante una comisión conciliar.36

Parece ser que Alejandro III recibió bondadosamente al predicador Valdo, como si de un santo varón se tratara, condescendiendo incluso a besar su rostro.37

Pero las pretensiones de Valdo no se vieron cumplidas, pues el pontífice les comunicó a instancias de los obispos presentes, que no podía predicar sin el consentimiento de su diocesano.38

Bibliografía
30 H. H. Muirhead, A.B. Th. D., D.D. Los forjadores del cristianismo, Tomo III. (Bs. As. Argentina: Edit La Aurora, 1956), p.317.
31 Ibid.
32 Ernesto Comba, p. 24.
33 Ibid.
34 Amedeo Molnar, p. 20.
35 Ibid, p 21.
36 Ibid.
37 H. H. Muirhead, p. 317.

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