AQUEL HOMBRE, JOSÉ

Un hombre. Una situación. Una mujer, ella es su compañera, y está embarazada, pero él no tuvo relaciones con ella ¿Qué hacer? La sociedad espera que él, como hombre israelita, la denuncie, y en consecuencia, la condenen a muerte.

Leer en la biblia: Mateo 1:18-25

Él no quiere que la maten, pero la tiene que dejar porque la sociedad espera que un hombre israelita cuide su honra. Y una mujer “manchada”, mancha también al hombre que está a su lado ¿Qué hacer? Él no puede dormir,  da vueltas, y una idea da vueltas en su cabeza: “si le doy el divorcio, va a ser un problema para su familia, porque van a ser una boca, y otra boquita, para mantener, encima va a ser una mujer ‘devaluada’, pero por lo menos, no la van a matar, y tampoco se van a burlar de mí”.

Luego, en sueños, un mensajero le anuncia sobre la importancia del niño que ha de nacer pues es fruto del Espíritu Santo. Este hombre tiene que tomar una decisión ¿Qué hacer?

Nuestra relación con Dios, es un diálogo en libertad, en el cual tenemos que decidir, tenemos que optar. En esta historia del evangelio, José tuvo que rechazar los mandatos sociales que nos ordenan lo que “un buen hombre” debe ser, tuvo que destruir el modelo patriarcal que anidaba en su interior, para optar por la propuesta de Dios.

Entonces, dice el relato que, en ese instante, José se levantó y optó por la vida de María y del niño Jesús. Y la historia comenzó a cambiar.

CARPINTERÍA JOSÉ
Cuando José, el carpintero,
Supo que iba a ser papá,
Levantó a María en brazos
Para ponerse a bailar.

Nadie puede imaginar
Que el esposo de María
Era capaz de cantar.

No necesito decir
Lo hermosa que era María
Una perla en cada oreja,
Hay mucha bibliografía.

Todo iba de maravilla
En el hogar de José,
No se hablaba de otra cosa
Que del próximo bebé.

Por la noche conversaban
Cómo lo iban a llamar,
A él le gustaba Jesús
A ella le daba igual.

La dicha se interrumpió,
Afirman las Escrituras,
Al mismo tiempo que Herodes
Decretó la mano dura.

Se mandaron a mudar,
Vendieron lo que tenían,
Ni siquiera se salvaron
Las dos perlas de María.

Mirando las estampitas,
Nadie puede imaginar
Que el esposo de María
Era capaz de pelear.

Parecían dibujitos
Atravesando el desierto,
Los dos a punto de entrar
En el Nuevo Testamento.

Dormían a cielo abierto,
Muchas veces no comían,
Él le daba calorcito
Con la mano en la barriga.

Terminaron en Belén,
Un pueblo de cien ovejas,
Un pesebre, luna llena
Y un montón de casas viejas.

La soledad del lugar,
Los dolores de María,
José golpeaba las puertas
Pero nadie las abría.

Mirando estampitas
Nadie podría decir
Que el esposo de María
Era capaz de rugir.

Por un lado la fatiga,
Por el otro el embarazo,
José se enfrentó al pesebre
Y lo abrió de un rodillazo.

Esto es música, señores,
Esto es puro sentimiento,
Un hombre y una mujer
Compartiendo un nacimiento.

Mirando las estampitas
Nadie puede imaginar
Que el esposo de María
Era capaz de llorar.
Letra de Daniel Zalzano, y música de Jairo.

Pastor Eduardo Obregón

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.

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