LA EDUCACIÓN COMO UN PROCESO CONTINUO Y PERMANENTE
La Comisión de Educación Cristiana es la que lleva adelante el desarrollo de este sínodo temático, habiendo tomado el desafío desde su conformación a principios del año 2019. Está integrada por Rocío Geymonat, Alfredo Servetti y Cristina Gay Felix.
Alfredo Servetti, Cristina Gay y Rocío Geymonat
Desde los inicios del proceso creativo de este taller, coincidían en la idea de desestructurar la educación cristiana; es decir, no sólo pensarla como una instancia formal como pueden ser por ejemplo la escuela bíblica y el catecismo, sino más bien como un proceso continuo y cotidiano. “Creemos que la educación tiene que ser algo permanente, tiene que abarcar a todas y todos los miembros; sobre todo teniendo como antecedente cercano la capacitación de laicas y laicos de la iglesia, ‘Esfuérzate en la Gracia’, que tuvo muy buena participación desde el inicio. Esto da cuenta de que hay una necesidad y un compromiso con la formación”, comenta Cristina.
El taller se planificó en tres bloques. El primero guarda relación con la etapa de diagnóstico; por tanto tiene como fin evaluar desde donde partimos: con qué preocupaciones venimos y qué necesidades se perciben en las comunidades. El segundo, tiene un contenido bíblico teológico desde la perspectiva del Jesús maestro que encontramos en el Nuevo Testamento; para este bloque contamos con la colaboración de Federico Plenc y Eduardo Obregón. Por último, el tercer bloque es una suerte de introducción hacia algunas herramientas de la educación popular, y está a cargo de Lucía Barros y Juan Charbonnier. Uno de los objetivos del taller es que, a partir de lo trabajado y desde la perspectiva de la educación popular, se pueda pensar en lineamientos y proyecciones en futuro.
La dinámica que adoptó la Comisión de Educación Cristiana para llevar adelante la planificación del taller fue a distancia, prácticamente en su totalidad, pues sólo tuvieron oportunidad de reunirse el día previo al comienzo del Sínodo. Cristina afirma que fue sencillo llegar a acuerdos. “La verdad que fue un gran desafío conformar el equipo con Alfredo y Rocío, porque es la primera vez que trabajamos juntos/as. Además, hay una diferencia generacional que me preocupó un poco al comienzo, pero con el paso del tiempo, fui sintiéndome muy cómoda. Desde hace unas horas tengo una sensación de gratitud, porque realmente es muy bueno poner nuestros dones y capacidades al servicio de Dios”, comenta.
Equipo de Prensa Sinodal