NOTA PRINCIPAL – Edición Febrero-Marzo 2020

Tiempos de transiciones

Entrevista a Carola Tron, moderadora de la Mesa Valdense.

¿Qué te pareció el discurso de Alessandra Trotta -moderadora italiana- durante el sínodo? ¿Hay algo, en particular, que te haya llamado la atención?

Fue interesante lo que planteo sobre el cambio paradigma, algo que también se está dando acá. Como Iglesia estamos viviendo esa transición, sabiendo que hay cosas que, indefectiblemente, deben cambiar, pero sin saber con seguridad de qué manera hacerlo. Quizás porque a menudo las necesidades requieren acciones y cambios con rapidez, sobre la marcha. Aquí encuentro una coincidencia, aunque hay particularidades en cada área, siempre hay temas de mirada general -en común-; es decir, situaciones que toman forma distinta en cada contexto, pero atraviesan más de un lugar.

Algo que me parece novedoso, es su mención a las conversaciones sobre la necesidad de establecer o fortalecer los vínculos entre el área italiana y la rioplatense. Nos preocupa cómo

afianzar estos lazos, porque somos una misma iglesia, y si bien hay un recuerdo y un conocimiento de las dos áreas en generaciones que hoy tienen 60, 70 y 80 años; no tenemos ese nivel en otras. Sobre todo, respecto a las personas que son referentes y permanecen en la Iglesia. Hay casos particulares de jóvenes que conocen las dos áreas porque fueron parte de los intercambios del Movimiento Juvenil, y que siguen activos/as, representando el liderazgo de la iglesia en ambas regiones; pero dejando eso de lado, hay muy poca fluidez en las visitas e intercambios. Lo que podría decir que me llamó la atención, es que lo mencione como una iniciativa también de ellos/as, porque es algo que no se conversó con otros moderadores o Távolas.

En ese sentido, estamos trabajando en un proyecto específico -que todavía está en construcción-. El objetivo es que algunos/as referentes puedan hacer intercambios, de cuatro o seis semanas, para compartir la vida cotidiana del trabajo pastoral -en compañía de un compañero/a o colega-, pudiendo comprender cuáles son los desafíos de cada área. Es un proyecto novedoso, también para la Sociedad Americana Valdense, porque es una de las pocas veces, y quizás la primera, que estaría apoyando con recursos, a las dos áreas. Por eso también hay mucho entusiasmo. El trabajo está pensado en tres instancias, ahora estamos en el primer nivel de consulta para evaluar si hay pastores y pastoras interesadas. Se está pensando para desarrollar el año 2021.

También habló de ponerse en los zapatos del otro. Creo que esta idea tiene que ver, un poco, con este Proyecto y también con el liderazgo en general, tema que conversamos en su reunión con la Mesa Valdense. Creemos que es importante que los liderazgos de la Iglesia nos sentemos a discutir temas en común.

 

¿Compartís la idea de que estamos frente a un cambio de época, de paradigma? En este sentido, ¿crees que hay cambios notorios en nuestras comunidades?

Creo que los cambios son indefectibles, aunque a veces generen cierta resistencia. No siempre los buscamos o elegimos, pero resulta imposible no cambiar.

También pienso qué, cuando hay cambio de paradigma, se dan tiempos transicionales en el que conviven diferentes modelos. Esto me parece lo más saludable, porque cuando un modelo se quiere imponer por sobre otro, no es una transformación real; incluso aunque fuera transformador o revolucionario. Estos procesos requieren mucho más tiempo para que las transformaciones se den de manera genuina.

Muchas veces renegamos porque las instituciones somos lentas, pero, en general, cualquier movimiento institucional lo es. Creo que cuando se genera un cambio real, toma su tiempo y hay que tener paciencia. Cuando transitamos estos procesos nos encontramos intentando ver dónde está el horizonte, preguntándonos para dónde tenemos que ir, sin tener seguridades ni certezas. En esos momentos, aparecen miedos, fantasmas: somos pocos o la cantidad de recursos. Si nos quedamos pensando en eso únicamente, podemos caer en la idea de que poder de la transformación pasa por lo institucional o por nosotros/as; ahí es cuando nos equivocamos, porque en realidad la transformación la trae el espíritu de Dios. Hay que tener presente esto, porque corremos es riesgo de que las ansiedades y miedos nos vayan haciendo perder el rumbo.

En este sentido, el trabajo de la Mesa Valdense es administrativo, y claro que podemos generar reestructuras y reorganizar, revisar la administración, corregir cuestiones sobre los recursos o financiación; pero las transformaciones no van a surgir a partir de un grupo de cinco personas. Por otro lado, esa tampoco es nuestra identidad como iglesia; aunque, a veces nos gustaría que alguien pudiera decir claramente: «si hacemos esto, va a pasar lo otro», o tener un mapa de ruta certero. Si bien lo sabemos, y quizás es obvio para cualquier valdense, pero en esos momentos nos contradecimos un poco.

Lo mismo ocurre con la atención pastoral. La falta de obreros y obreras es real. Dentro del trabajo de la moderatura, también me pregunto si el nuevo formato de atención pastoral está bien o está mal. Si bien, se da, en gran medida, por la urgencia de la necesidad; me pregunto si es tapar agujeros o es creer que por ahí pasa la cosa: la regionalización de los cargos pastorales. Cambia sustancialmente si pensamos este modelo como parte de un nuevo paradigma de transformación, que si lo pensamos como: «no hay pastores/as, ahora nos tenemos que arreglar así»; no es la misma mirada. Evidentemente, tampoco tenemos esa respuesta, por lo menos no parece tan clara.

En otro orden de las cosas, si comparamos el laicado activo del pasado con el actual, vemos cuanto fue cambiando: hay otras necesidades, otras demandas, tiempos y recursos. Son laicados distintos, ni mejores ni peores. Creo que tenemos que poder pensar desde ese lugar, porque hay cambio de matriz: hoy nuestras comunidades son más urbanas, y las personas tienen un empleo, o muchos, o lo están buscando. Entonces, en varias oportunidades, nuestras estructuras van quedando obsoletas para lo que realmente necesitamos.

También creo que la capacitación para laicos y laicas de la Iglesia, viene a reforzar la idea del nuevo paradigma, o esta nueva forma de pensar la atención pastoral. Están capacitándose personas de todas las generaciones, de todos los contextos: ciudad, campo, pueblo; de varias edades y géneros; regiones y países. A su vez, estas personas participan en diferentes comunidades locales o modelos de iglesia; es decir, se están formando para incidir en la vida comunitaria aquí y ahora. Incluso, es notorio cómo se ponen en práctica algunas reflexiones, porque cambia el tipo de pregunta, el tipo de escucha; esto tiene que ver con la formación, con la reflexión teológica y el estudio bíblico. Sin dudas, creo que va a fortalecer el camino comunitario, y de manera diversa. Cada quien tendrá que encontrar o reforzar esa participación; si ya existe -gracias al aprendizaje- va a tener otro contenido, otro respaldo, otra seguridad. Por otro lado, si se trata de personas más jóvenes, que todavía no asumen un liderazgo en la iglesia, creo que va a ser importantísimo porque, probablemente, ya traen consigo otro paradigma, otra mirada.

 

Teniendo en cuenta estas reflexiones, y de cara al nuevo ejercicio; ¿cuáles son las principales líneas de trabajo en este año?

El trabajo de Mesa Valdense, para en este año, tiene que ver con una continuidad, debido a que somos el mismo grupo; si bien Brian se integró hace poquito, en la última reunión del 2019. Por otro lado, al no haber sido un sínodo regular, no hay muchos temas o mandatos que la mesa haya recibido.

Sí, por supuesto, hay cosas que veníamos trabajando desde el año pasado. Personalmente y pensando en esta época de designaciones, creo que vamos a tener que estar un poco más cerca; si bien, siempre estamos, tenemos que acompañar más intencionalmente a los equipos de atención pastoral. Así que vamos a tener saber acompañar, porque van a surgir dudas, preguntas, van a surgir tensiones de modelos.

Por otro lado, se va a desarrollar el encuentro presencial de quienes están haciendo la capacitación «Esfuérzate en la gracia», que es un programa que lo creó la administración por mandato del sínodo. Si bien, hay personas designadas para el diseño y desarrollo, está directamente vinculado con Mesa Valdense. Y, seguramente, con el correr del año, van a surgir cuestiones administrativas que atender.

 

Equipo Editor

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