Apuntes de la directora – Página Valdense edición mayo 2020
Acompañar, entre emociones y aprendizajes
Esta temática hace tiempo está presente en las reuniones del equipo editor de Página Valdense. Incluso, antes que nos diéramos cuenta o que la pusiéramos en palabras. Coordinar un día y horario para la reunión es una muestra, porque no sólo es cuestión de organizarse con el trabajo fuera y dentro de casa, sino también buscar el momento para que esa hora -que muy seguido se transforman en dos- lxs niñxs del equipo puedan tener un entretenimiento, ir al jardín o alguien más que lxs cuide. Esto sin mencionar que a veces participan, se escuchan a lo lejos -o no tanto-, nos acompañan canciones infantiles de fondo, hasta charlamos y una pequeña de Colonia quiere conocer el perro que ladra en Paraná -skype mediante-.
Estas páginas, con algunos matices y otras voces, son en reflejo de una necesidad que fue ganando terreno en nuestro equipo, y también fuera de el: hablar de lo que atraviesa una madre y/o un padre con el nacimiento de un hijx; hablar de las crianzas con libertad y sacándolas del terreno de lo privado, de lo íntimo; hablar de quienes toman la tarea de acompañar a madres-padres. Y creo que la importancia reside ahí: «hablar de…», dar espacio a las expresiones y sentires. Las crianzas, como todo, van cambiando. Vamos tomando experiencias y las transformamos en algo que creemos mejor, o quizás simplemente, en lo que nos sale, lo que podemos.
La situación más cercana, y quizás más consciente, en la que pude acompañar un embarazo y posterior nacimiento, fue con mi sobrinita. Soy tía hace cinco años. Todavía recuerdo como fue creciendo la panza de su mamá, y también como bailaba ahí adentro. En septiembre, un viernes a la tarde, cuando estaba trabajando, recibí un mensaje de texto de mi mamá que decía: «estamos yendo a la clínica, te mantengo al tanto». No puedo poner en palabras la cantidad de emociones que me despertó. En ese momento estaba a 170km de ellxs. Esa tarde fue muy larga, miraba el celular cada cinco minutos esperando la noticia; y también que llegara el horario de
salida para viajar hacia La Paz. Todo siguió igual por un largo rato, hasta que en la pantalla apareció un mensaje de mi hermano, era una foto, la primera foto de Umma.
Llegué a la clínica muy tarde, pero, casi a escondidas, pude entrar un ratito a la habitación. Su primer día fue un poco caótico, claro que salir de un lugar tan cómodo y seguro no debe ser nada sencillo. Su mamá había pasado por una cesárea, así que muy dolorida tenía que experimentar por primera vez los desafíos, miedos y alegrías de la maternidad. Cuando le dieron el alta, ella necesitaba descansar, así que ahí estuvieron las tías para cuidar a la recién nacida. Todo un aprendizaje para mí. Durmió upa un largo rato, tomó algo de mamadera que había preparado su mamá, y tuvimos varios intentos fallidos para que agarrara el chupete. La acostamos en su moisés después de varias horas, pero parecía molesta; hasta que nos dimos cuenta que se calmaba con el contacto, el simple calor de la mano bastaba para que no se sintiera sola. Este descubrimiento -al menos para mí- me inundó de amor.
Hace muy poquitos días, intercambiando mensajes con otra mamá, me dijo que cuidar al bebé al menos unas horas, era un regalo enorme. Y recordé esa primera noche con mi sobrina, para mí también fue un regalo haberla cuidado. Podría decirse entonces, que es un regalo doble: para que su mamá y papá descansen un poco, pero también para que, quienes quieran y puedan, disfruten un tiempo con esx bebé.
Quizás, ahí radica una de las cosas más lindas que genera el hecho de ma-paternar: acompañarnos. Que esa vida nueva nos recuerde la alegría de estar, de sabernos cerca. Porque cuando sucede también estamos gestando, gestando familia -que muchas veces nada tienen que ver con lazos sanguíneos-.
Que Dios nos anime y proteja en todos los caminos, decisiones y aventuras; y nos siga enseñando a acompañar en amor, respeto y empatía. Que sigamos construyendo un mundo mejor para que todxs, en especial lxs niñxs, tengamos vidas libres y plenas; y que gestemos familias sin moldes -tal como lo dice una de las autoras de esta edición-, pero con mucho amor.
Daiana Genre Bert