NOTA PRINCIPAL – Edición mayo 2020
La crianza como revolución, hacia una ma-paternidad respetuosa
Antes de ser madre, aun después de terminar mi formación como psicóloga, no era consciente de que las niñas y niños tenían voz, eran sujetos políticos. La sociedad adulto céntrica en la que crecimos, nos ofrece una imagen de niños y niñas como personas incompletas, inferiores; que deben sobre todo adaptarse mediante altos grados de obediencia a las necesidades y expectativas de sus cuidadores. Fue atravesando el puerperio, cuando sentí que era necesario romper con la relación unidireccional de la crianza tradicional, y encontré -junto a la experiencia de otras y otros- que los bebes, niñas y niños tienen necesidades particulares, que están siendo invisibilizadas por el vertiginoso trajín de nuestra sociedad. Fácilmente podemos observar cómo los métodos que venimos usando para la crianza fallan y son rechazados por bebes, niñas y niños que, en principio lloran, después expresan su oposición mediante el lenguaje y comportamiento, y finalmente en muchos casos enferman -trastornos de conducta, sueño, vínculos, del lenguaje, aprendizaje y un largo etcétera.
Algunos padres y madres, han encontrado otros métodos de crianza, construyendo redes de
apoyo y se han informado. Algunos profesionales han creado conocimiento a partir de estas experiencias y sostienen que la crianza respetuosa de las necesidades de los infantes genera mayores niveles de salud en el corto y largo plazo.
Ahora, ¿esta forma de crianza es una novedad? ¿es moda?
Las investigaciones en el ámbito de la etnopediatría dicen que las formas de crianza varían enormemente de una cultura a otra. En nuestra cultura occidental, mantenemos distancia física de bebes y niños-as -para que no se «mal-acostumbren»-, y cada vez más vivimos en un núcleo primario de pocos adultos, saturados laboralmente, con poco tiempo para comprender y respetar los tiempos madurativos -cognitivo, conductual, emocional y motriz- de los infantes.
Para pensar en la satisfacción de las necesidades de la infancia, debemos repensar el concepto de necesidad, ampliándolo más allá del alimento y el abrigo; e incorporar, a un mismo nivel, las necesidades de protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad, libertad. Los bebés, niñas y niños necesitan que su cuidador le acompañe para volver a encontrar el equilibrio en los momentos de estrés -miedo, hambre, falta de contacto, angustia, ansiedad, dolor-. Para esto, el adulto debe ser capaz de sintonizar, sensible y rápidamente, con las necesidades del niño o niña, y cuanto más efectivas sean las respuestas, menos estrés -hormona cortisol- invadirá tóxicamente el cerebro en formación del niño-a. Como consecuencia, y según revelan las investigaciones, será un adulto con más habilidades sociales, más calmo, seguro y confiado. Ese hijo-a que creció con un apego seguro, será en el futuro, una persona que difícilmente ejerza o sea sometida a maltrato y abusos.
En este sentido y en primer lugar, debemos cambiar nuestra percepción interiorizada en relación a la esencia de la infancia, dejando de poner a los adultos como referencia -adulto centrismo-, y observando con asombro como los niños y niñas son completos, perfectos y dinámicos según la etapa que atraviesan. Dejemos de pensar que duermen mal, comen mal, se relacionan mal, e intentemos observar, identificar y validar sus necesidades. De esta forma, podremos iniciar una crianza bi-direccional.
Toda la evidencia científica confiable, nos demuestra que la modalidad de crianza que antepone y satisface las necesidades de niños y niñas, favorece el desarrollo más saludable hacia la adultez, dejando una importante siembra para una sociedad menos agresiva y más amorosa. Esa es la revolución.
¿Es posible conciliar nuestra vida laboral y social con una forma de crianza respetuosa?
Pensamos hoy, la maternidad con apego, respetuosa de las necesidades de niños y niñas, no como una misión femenina por defecto, sino como una elección empoderada y revolucionaria. Para esto, los procesos de maternidad -gestación, parto, lactancia y crianza- deben dotarse de significado político, para funcionar como herramienta de liberación. Para esto será necesario luchar por nuevas condiciones laborales, que sean conciliadoras, evitar el pluriempleo, luchando por licencias de maternidad coherentes con las necesidades de las familias. Además, hay que repensar nuestra organización social, entendiendo que la ma-paternidad no puede transitarse en solitario, que la crianza sin tribu se convierte en una tarea desbordante y poco disfrutable.
Podemos empezar por visibilizar que el problema no es la ma-paternidad sino el sistema y sus reglas, iniciando un proceso que permita sacar del ámbito privado estos procesos, y trayéndolos al ámbito público, no para que sea el Estado quien se encargue de ma-paternar, sino para que bebés, niños y niñas sean partícipes de la vida social y política en la que estamos conviviendo hombres y mujeres.
Karina Negrin Arzeno
Mamá. Psicóloga. Doula. As. Puericultora y Familia. Consultora en Lactancia y Crianza