Leemos en nuestra Biblia: Juan 15: 1-17
La lectura inicia con la frase reiterada en el Evangelio de Juan: YO SOY (Yo soy el pan de la vida, Yo soy la luz del mundo, Yo soy la puerta, Yo soy el buen pastor, Yo soy el camino, la verdad y la vida). Jesús da a entender que sus seguidores forman una vid, y que los frutos dependerán de mantenerse unidos a él. La primera pregunta que nos surge es: ¿Por qué eligió la imagen de la vid? Pensamos en el cuidado que necesita, en su fragilidad y fortaleza a la vez, su cambio constante, sus frutos.
La vid verdadera es Jesús; el labrador es su Padre; las ramas que dan frutos son los discípulos verdaderos; las ramas cortadas, deshechas y quemadas son los discípulos falsos; dar flores y frutos es la consecuencia de haber creído y estar unidos a él. Entonces surge la segunda inquietud: ¿Cómo explicamos que las ramas que NO SIRVEN son quitadas y quemadas? Pensamos que cada uno tiene la libertad de elegir y por lo tanto ser responsable de las decisiones que tome. El que se mantiene unido vive en la luz; el que se aparta vive en la oscuridad.
No hay opción, es una imagen dura pero clara. Jesús exhorta a sus discípulos a que permanezcan en sus enseñanzas, a que permanezcan en su amor. Es interesante como se reitera el verbo permanecer. Es como darle el sentido de aguantar, resistir las pruebas y la persecución, no aflojar aunque todo tienda al desaliento y a la desesperanza. Mantener esa unidad basada en la fraternidad, en el apoyo mutuo, en el dar y recibir, en el llorar y reír juntos y juntas.
En la comunidad se debe sentir ese calor. Es muy significativo también que Jesús les dice que ya NO los llama “siervos” sino amigos. El se considera AMIGO de sus discípulos porque les ha
confiado todo lo que su Padre le ha dicho, y dará su vida por ellos como la mayor demostración de amor. Por eso pide…NOS PIDE, que nos amemos los unos a los otros, como El nos amó. Y también está el mandato:
Vayan, y den muchos frutos, y que ese fruto permanezca. El nos eligió. Si somos elegidos es para ir y dar frutos.
El mandato de Jesús es de amarnos unos a otros; es un compromiso a asumir como identidad imprescindible de la Iglesia para que el mundo crea. Si hay amor vendrán los frutos; si hay frutos es porque hay crecimiento; si hay crecimiento muchas personas recibirán el testimonio del amor de Jesús.
Aportes de participantes y conceptos extraídos del libro “ Estudios bíblicos para caminar con el pueblo de Dios” del Pr. Álvaro Michelin Salomon.
Comunidad Valdense de Fray Bentos, Uruguay