Leemos en nuestra Biblia: Marcos 9:2-9
Hay momentos en nuestra vida de fe que son especiales, hermosos y los vamos a tener presente siempre, en nuestro corazón. Quizás recuerdes con mucho afecto un campamento, un encuentro comunitario que tuvo una gran significación en tu vida. O quizás tuviste una experiencia en la que sentiste que Dios intervino en tu vida, para darle un nuevo sentido a tu existencia. De un modo u otro, la experiencia del encuentro con Jesús nos maravilla, nos marca y nos transforma.
Este pasaje nos cuenta que Jesús se fue a un cerro, junto a Pedro, Santiago y Juan. De pronto, vieron que él se transformaba, su ropa irradiaba un brillo fulguroso, y allí también estuvieron conversando con él, Elías y Moisés.
Pedro, sorprendido y extasiado por este suceso, exclamó: “Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.” Nosotros, al igual que Pablo, cuando vivimos momentos trascendentales como estos, queremos que duren para siempre. “Ojalá que este campamento no termine más”, pensamos alguna vez ¿Te acordás?
La verdad es que estas experiencias tan importantes en nuestras vidas, son un momento, un instante en nuestra existencia. Y luego tenemos que seguir andando, tenemos que seguir viviendo, a veces cansados/as, a veces contentos/as, en otras ocasiones, cargando con dolores, y en otras floreciendo de esperanzas, en fin… Y nos quedan aquellos recuerdos, que son fundantes en nuestra fe, a modo de inspiración, para que sigamos renovando nuestro primer amor (parafraseando al libro del Apocalipsis).
Pastor Eduardo Obregón