Shalom

Leemos en nuestra Biblia: Juan 20, 19-31

Les voy a pedir que recuerden, imaginen, una melodía tranquila… De pronto se interrumpe… y me pregunto: ¿será necesaria una imagen tan estremecedora? No se apuren a contestar…

Primero el saludo: ¡SHALOM!

Probablemente muchos de ustedes ya lo sepan, significa PAZ. Pero no cualquier paz… Refiere a una con mayúsculas, relacionada con el bienestar integral, la plenitud, la armonía y la salud. “Eso” que buscamos, muchas veces sin encontrarle un nombre. Hablamos de vida plena, calidad de vida, vida abundante. ¿Me van siguiendo?

Es increíble que “eso” que hoy seguimos buscando, ya era ofrecido gratuitamente por Dios, desde siempre, aunque se hace contundente, con la venida de Cristo. Luego del saludo, sin ninguna explicación, Jesús, que conocía la naturaleza desconfiada y hasta desobediente de sus discípulos, pasó a mostrar las marcas en su cuerpo. Pero no lo hace con reclamos. Esa gente común, como nosotras y nosotros, también necesitaban de pruebas… pese a todos los anuncios que se les habían hecho. Sin embargo, como también nos pasa a nosotres, caemos en la desconfianza y necesitamos pruebas. ¿Por dónde pasan esas pruebas? Por el cuerpo, nada más sencillo, terrenal y cotidiano. En la diaria apoyamos nuestra fe en el cuerpo, pese a que escondemos esa faceta e intentemos camuflarla.

Ahora sigue algo un poco violento; sepan disculpar quienes son impresionables. Les traigo, en este momento la imagen de Tomás “escarbando” en las heridas de Jesús. De ese Jesús que recordamos angelical, santo, bueno. No sé de sus experiencias, pero en mi caso, este texto me es familiar desde mi niñez. Les puedo asegurar que tengo tan marcada a fuego la imagen de Tomás “metiendo literalmente la mano en el costado” que yo misma sigo estremeciéndome. Y aquí, otra vez el cuerpo, el cuerpo sensible. El estremecerse está asociado al miedo, pero también resulta de una sorpresa, una emoción y claro, del placer.

Pero ¿Por qué Dios quiere que sigamos estremeciéndonos? ¿Qué cosas nos hacen estremecer? ¿Qué pasa con nosotros después de ello?

Espero que todas y todos pasemos por esa experiencia… que nos haga activos y activas, para con nosotres, con nuestro prójimo, la creación. Para gloria del Reino Divino, del que ya podemos disfrutar (¿por qué no?) aquí y ahora.

Y Nuestra espera y dolor

Transforma en plena alegría

Aié, eiá, aié, aé, aé.

Cristina Gay

Comunidad de Ombúes de Lavalle.

Publicado en Reflexión bíblica.