Cuando Pirro evaluó su sonado triunfo contra el poderoso ejército romano dijo: «otra victoria como ésta y volveré solo a casa».
La pérdida era excesiva para esa ganancia. Desconfiar de las victorias pírricas es el indispensable primer paso para cambiar el rumbo.
En la madrugada del 10 de marzo, siete localidades patagónicas de la Comarca Andina -Las Golondrinas, Cholila, Cerro Radal, El Maitén, El Hoyo, Epuyén, Lago Puelo- fueron simultáneamente prendidas fuego. De forma intencional dicen muchos lugareños. Nos quedan las preguntas que defendemos como un derecho irrenunciable: ¿será así? ¿por qué? ¿quiénes?
Recibimos testimonios de familiares que viven en aquella zona. Nos contaban que «el fuego se hizo voraz rápidamente. Ardió todo. Pueblos enteros desaparecieron. Alrededor de 500 casas, cientos de personas evacuadas, heridos, desaparecidos, calcinados, y por supuesto, miles y miles de hectáreas de bosque nativo con toda su flora y fauna fueron arrasadas.»
Patagonia es una de las reservas de agua dulce más grande del planeta y de metales valiosos como oro y plata. Las provincias de Chubut y Río Negro llevan meses de lucha contra el avance de la «megaminería». El rompecabezas se va armando. Nuestras preguntas siguen, solo que algo más grandes.
Informes científicos que luchan por ser independientes dicen que «los incendios intencionales y masivos son una forma de cateo óptico de la composición de los suelos. Buscan metales valiosos a partir de la descomposición de la luz del foco de fuego observado ahora desde los satélites.» «Éste es el mismo instrumento astrofísico que se emplea para analizar el espectro de una estrella remota y conocer su composición química. Es un mega cateo de minería metalífera sin autorización, ni licencia social», dice el profesor Sergio Zaninelli, Secretario General de la Asociación de Docentes de la Universidad Nacional del Sur, de Bahía Blanca. Y agrega «casualmente, coinciden las zonas incendiadas con los cateos mineros más ricos en oro y plata de la Provincia del Chubut según el mapa catastral de Minería.» Parece que el bosque no deja ver el oro.
En las redes sociales los testimonios son muchísimos. Uno de los tantos, con experiencia en la materia, es el de Víctor Flores, jefe de la brigada de bomberos de Las Golondrinas. «En un 80 por ciento estoy seguro que el foco de incendio de acá, de Cerro Radal, fue intencional. No lo puedo asegurar porque los peritos están trabajando todavía. Pero, de los años de experiencia que tenemos trabajando acá, sí.»
Elendil Muñoz Álvarez fue una de las personas que pudo salvar su casa en Cerro Radal, pero la chacra de su familia en Las Golondrias quedó en ruinas. La había construido su abuelo hace cuarenta años buscando una vida diferente. En ella creció con su mamá y su hermano. Allí nació su hija. «Cuando empezó el incendio en Las Golondrinas yo estaba en mi casa en Cerro Radal. En ese momento, todavía estaba tranquilo, pero a los pocos minutos se inició otro foco en Radal, muy cerca de mi casa, a un kilómetro. Nos organizamos para ir a combatirlo. Logramos comprar una motobomba y eso fue lo que salvó mi hogar. Igualmente tuvimos que evacuar, el fuego llegó a unos 200 metros. Cuando me evacué para la ciudad de El Hoyo, me encontré con mi mamá y toda mi familia. A las horas nos enteramos que la chacra de la familia se había quemado entera».
«Mi abuelo vivía acá, era fotógrafo. Viajaba por el mundo, sacó fotos para National Geographic y un montón de otras revistas. Todas las cajas con sus fotos se quemaron». Sus palabras aportan una pequeña muestra de lo perdido en esta victoria pírrica.
Daniel, nuestro primo, director de la orquesta «Entre montañas», un proyecto social del Ministerio de Educación de Chubut, que nuclea a 40 niños y jóvenes en su mayoría de escasos recursos económicos, nos contó que las casas de varios de ellos y de los docentes, fueron destruidas. Se perdieron muchos instrumentos y gran parte del material educativo. El impacto emocional no puede medirse.
La leyenda de «El Dorado» alimentó la codicia en América durante tres siglos a partir del 1500. La ciudad construida totalmente en oro, las ceremonias en las que el rey se cubría de oro en polvo y hacía ofrendas áureas en la laguna sagrada no existían, pero hubo quienes pensaron que valía la pena dar la vida por encontrarlas. La perdieron. El camino iba para otro lado. Es traicionera la trampa en la que cayó el mítico rey Midas. Pensaba que nuestra mayor fortuna es transformar en oro todo lo que tocamos.
Gracias a Dios hay quienes investigan para ayudarnos a desconfiar de los caminos que todavía buscan «El Dorado». Nos ayudan a sorprendernos cuando miramos el cielo y las estrellas que Dios hizo y a preguntarnos ¿qué es el ser humano? ¿Por qué lo recuerdas y te preocupas por él? Lo hiciste casi como un dios, lo rodeaste de honor y dignidad.
Nos ayudan a reconocer nuestro privilegio y compromiso y a decir con el autor del Salmo: «Señor, soberano nuestro, tu nombre domina en toda la tierra»
Pastor Oscar Geymonat
Nota publicada en el Boletín: Cuestión de Fe – edición mayo 2021