Se realizó un nuevo encuentro del Seminario de Formación y Reflexión Colectiva, en Paraná, Argentina. El tercero previsto por el Proyecto de Liderazgo Joven de la Iglesia Valdense que nació hace cinco años con el objetivo de consolidarse como un espacio de formación y reflexión teológica. En esta edición, poniendo en valor el proceso construido, se conformó una red de personas que articulen diversas iniciativas territoriales.
El proyecto nació en 2017, donde colectivamente consensuamos los objetivos, formas y temáticas. En 2018 y 2019 realizamos los dos primeros encuentros, y luego del tiempo de pandemia, este año, retomamos la presencialidad.
En esta oportunidad y a diferencia de las anteriores, la idea fue repensar las acciones cotidianas para fortalecer los vínculos y construir nuevas formas de ser comunidad de Fe en la Iglesia Valdense. Entonces, para el tercero de estos encuentros, convocamos bajo el título «Crisis de liderazgos: lo colectivo como práctica esperanzadora», con la hipótesis de que estamos atravesando una crisis de representatividad que puede significar una gran oportunidad para reimaginar lo posible, lo que queremos y esperamos.
Desde el sábado 19 hasta el lunes 21 de noviembre, la propuesta fue trabajar sobre la crisis de los liderazgos bajo la hipótesis de que lo colectivo es una práctica esperanzadora y transformadora. Durante los tres días se trabajó en grupos y plenarios que organizaron el debate con la misma metodología de los anteriores, de la Teología de la Liberación y la Educación Popular: ver-juzgar-actuar. De forma virtual hicieron aportes para la reflexión Silvia Regina de Lima, teologa feminista, negra y directora del Departamento Ecuménico de Investigaciones de Costa Rica; Nestor Borri, director del Centro Nueva Tierra y Factor Francisco, comunicador y educador; y, de forma presencial, el pastor Sergio Bertinat quien realizó un recorrido bíblico para analizar el tema en cuestión.
En este trabajo de reflexión fuimos articulando en cada paso el trabajo con expresión corporal y danzas, para este proceso nos acompañó y asesoró Soledad Ramírez, licenciada en Danzas Folclóricas. Ya desde el encuentro anterior decidimos incorporar módulos de trabajo con el cuerpo entendiendo que nos proyectamos desde la integralidad de incorporar al trabajo dinámicas que nos permitan pasar por el cuerpo lo que vamos trabajando desde el plano más consciente. Asimismo fue pensando el abordaje con técnicas de expresión libre a través del arte.
Así fue que problematizamos nuestros discursos y prácticas, analizamos, produjimos y proyectamos. Ensayamos respuestas, nos animamos a imaginar una iglesia diferente, donde no sólo den ganas de estar sino que esté comprometida con la transformación de la realidad, comprometida con que la vida plena sea para todxs.
Después de días de intenso trabajo en grupos y plenario, tomamos una decisión: conformar una red de personas que faciliten la articulación de iniciativas territoriales en la búsqueda de fortalecerlas y consolidarlas. Sin invadir los procesos comunitarios sino todo lo contrario, que puedan potenciarse, compartirse y multiplicarse.
Así fue que nos dimos cuenta que aquella red que tejimos como símbolo simple y potente de los vínculos que queremos construir en el devocional del primero de los encuentros, en el 2017; hoy se transformó en acción, en movimiento, en compañía y esperanza colectiva; esa que nos hace seguir apostando por todo lo que quiera crecer desde el pie. La conformación de esta red de personas trabajando en nuestras comunidades es muestra del proceso que venimos construyendo juntxs, movilizadxs por la divinidad que nos sostiene y encuentra.
Además, decidimos seguir apostando a este tipo de formación teológica colectiva, entendiendo que en estos espacios todxs aprendemos y enseñamos a la vez, donde las experiencias se entrelazan con la teoría. Apostamos a la continuidad de estos espacios porque nos permiten habitar las contradicciones y a sentipensar con el cuerpo entero, porque queremos una fe viva, en movimiento; una fe que se transforme y encuentre nuevas formas, olores, colores, sabores y sonidos. Porque queremos una fe que nos cuestione, que cuestione nuestro presente y lo que hacemos para que sea más vivible…
Testimonios del tiempo compartido
«Rodeades de amor, este fin de semana fortalecimos el alma, compartimos ideas y pensamos juntes en el rumbo que queremos para nuestra Iglesia. La experiencia fue luminosa. Nos llevamos a casa mucha reflexión individual y, sobre todo, la esperanza en el proceso colectivo. Como canta Zitarrosa: “No hay revoluciones tempranas, crecen desde el pie”», Florencia Arias de López, Santa Fe.
«Planificar este Seminario fue un trabajo complejo porque no teníamos un aporte central sino que teníamos que ponernos a reflexionar, analizar, sentir y debatir nuestras prácticas de liderazgos, representatividad y gestión del poder. Nunca resulta cómodo ni sencillo repensarse, cuestionarse, sospechar… pero realmente fue un trabajo colectivo, sentimos el compromiso de todxs. Nos quedamos con el corazón calentito por todo lo compartido, porque sentimos la esperanza colectiva y el deseo, de que queremos transformar nuestras realidades desde una comunidad de fe», equipo coordinador.
«Primero quiero decir que yo participé de los tres seminarios que se hicieron en Paraná, para una ha sido muy buena toda esta reflexión, renuevan las ganas de hacer cosas en la comunidad y acompañar los cambios necesarios. Estoy muy contenta de saber que hay una generación que tomaron la posta y que están muy comprometidos con la Iglesia.Yo digo que los seminarios fueron muy educativos, pero más que nada es muy grato sentir que tenes una compañera, un compañero, un campañere con el que podes contar. Siempre vuelvo con muchas energías recargadas», Cristina Garcia de Paysandú, Uruguay.
Fue maravilloso leer sobre la forma en que se ha desarrollado este proyecto. Gracias por compartir fotos que expresan la alegría y la sabiduría de la fe. ¡Es una inspiración! Mando abrazos afectuosos a todos mis amigos de Paraná.