A escasas horas de su partida, escribo estas líneas con una mezcla de tristeza y gratitud. Alma Malán, una diaconisa sin título oficial, podríamos decir, trabajadora de la diaconía, directora de El Sarandí, Hogar Valdense por muchos años, comprometida con la vida de su iglesia en todos los ámbitos, por seis años miembro de la Mesa Valdense, muchos de ellos en el cargo de vice moderadora, referente de la IEVRP en instancias gubernamentales y ecuménicas sobre temáticas en relación a la discapacidad y los derechos de las personas más vulnerables y muchas otras contribuciones que largo sería enumerar.
Hoy, en un día triste donde lamentamos su partida, damos gracias a Dios por todo lo que nos dió a través de la vida y testimonio de Alma. Su lucha, tenacidad y firmeza de convicciones para trabajar sin descanso en pos de una vida mejor para los más débiles de la sociedad. Que nuestro amoroso Dios llene de paz y consuelo a toda su gran familia de la fe, que la despide con gratitud y con esperanza, puesta en las promesas de Dios, aún en la dificultad y la prueba de la enfermedad.
Como dice 1a Pedro 5.10 “Y, después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y seguros”.
Marcelo Nicolau
Moderador Mesa Valdense