Este 2024 marca el 850 aniversario del comienzo del Movimiento Valdense. La historia se remonta al siglo XII en Lyon, Francia, con Pedro Valdo, un próspero comerciante y líder laico en la Iglesia Católica local.
Valdo era un hombre curioso y devoto en su fe. Deseaba conocer el verdadero contenido de las Sagradas Escrituras, por lo que encargó a dos sacerdotes católicos locales la traducción de varios libros del Antiguo y Nuevo Testamento al occitano, el dialecto regional francés. A medida que se sumergía en el estudio de las Escrituras, continuaba financiando la traducción de libros adicionales de la Biblia. Con el tiempo, financió la traducción del Libro de los Salmos, los Evangelios de Mateo y Juan, los Hechos de los Apóstoles y la Carta de Santiago. En la iglesia de su época, Valdo era uno de los pocos líderes laicos bien versados en las Escrituras. De hecho, conocía la Biblia mejor que la mayoría de los sacerdotes.
En 1172, en la ciudad de Lyon comenzó una sequía que se extendió durante varios años. Este fenómeno afectó al centro y sur de Francia, e incluso a gran parte de Europa occidental. Las cosechas se marchitaron y murieron, y los suministros de alimentos escasearon. Para la primavera de 1174, muchas personas estaban muriendo de hambre. A pesar de que hubo poco o ningún alivio, en mayo de ese año, Valdo, motivado por su fe y lleno de compasión, inició un comedor de beneficencia. A medida que la sequía empeoraba, comenzó a distribuir su dinero y, en agosto, comunicó a quienes estuvieran dispuestos a escucharle que las Escrituras le habían ordenado renunciar a su riqueza, hacer un voto de pobreza y predicar el Evangelio.
Su plan consistía en predicar el evangelio en el idioma del pueblo. Su predicación tuvo un impacto electrizante tanto en las multitudes que lo escucharon como en la Iglesia Católica Romana en su totalidad. Numerosos hombres y mujeres se sintieron convencidos de unirse al movimiento y acompañarlo en la tarea de predicar la Biblia.
El movimiento resultó ser una gran amenaza para la Iglesia Católica Romana. En 1184, a pesar de que su doctrina teológica era muy ortodoxa, Valdo y sus seguidores fueron excomulgados de la Iglesia Romana. Cabe destacar que Valdo no tenía ningún deseo de romper con la Iglesia Católica. Sin embargo, desde la perspectiva de los líderes de la Iglesia Católica Romana, su predicación y la de sus seguidores, así como su creciente popularidad, representaban una gran amenaza. Como resultado, se les prohibió a él y a sus seguidores predicar en público. En 1215, los-as valdenses fueron oficialmente marcados como herejes, convirtiéndolos en los principales objetivos de la Inquisición. Un mandato papal, impuesto por la Inquisición, declaraba que todos los laicos declarados culpables de predicar debían ser arrestados, juzgados por herejía y, si eran condenados, quemados en la hoguera.
Durante muchos siglos, los-as valdenses continuaron siendo percibidos como una amenaza para la Iglesia Católica. A lo largo de los siglos, hasta que las persecuciones llegaron a su fin en el siglo XIX, los-as valdenses fueron sometidos a 33 oleadas de persecución oficial.
Valdès es probablemente el nombre que utilizó el fundador del movimiento valdense para sí mismo. A medida que el movimiento valdense se extendió desde Lyon, Francia, personas de diferentes grupos lingüísticos adaptaron el nombre de Valdès a sus propios patrones lingüísticos. En Italia, la gente decía Valdo. Mucho más tarde, en el mundo de habla inglesa, se pronunciaba Waldo. El nombre de pila Pietro o Peter es una invención posterior.
Kevin Frederick, el autor de este artículo, es el presidente de la Sociedad Valdense Americana. Además, Kevin es el autor de «With Their Backs Against the Mountains: 850 Years of Waldensian Witness» (De espaldas a las montañas: 850 años de testimonio valdense).
Traducción y adaptación: Verónica Biech
Fuente: AWS | www.waldensian.org