Comunión de Iglesias de la Reforma
Iglesias Evangélicas: del Río de la Plata, Valdense del
Río de la Plata, Reformadas en Argentina,
Metodista Argentina y Luterana Unida
Buenos Aires, 15 de junio de 2018
Que la gracia y la paz de nuestro Dios sean con todos nosotros, con todas nosotras.
Efesios 1:2
Cuando nos acercamos a la realidad desde el evangelio, comprendemos que ninguna persona debería sufrir ni maltrato ni violencia ni discriminación racial, cultural, social o de género. “Yo he venido a traer vida, y vida en abundancia”, dice Jesús (Juan 10:10).
Vida en abundancia, desde esta comprensión, significa vida en libertad y en dignidad para cada persona. Y esa libertad se evidencia en nuestra vida como creyentes cuando podemos elegir, decidir y optar por aquello que rodea de dignidad nuestra existencia. Una libertad que, por supuesto, implica tomar decisiones con responsabilidad.
Pero, para poder discernir como personas en una sociedad medianamente ordenada, necesitamos leyes que nos ofrezcan un marco dentro del que se puede construir una sociedad más justa y democrática, capaz de oír la polifonía de voces, de modo tal que todos los sectores sociales puedan tener garantizada una vida saludable: oportunidad de educación, conocer sus derechos como ciudadanía, acceso a la salud, al trabajo, a la vivienda. Es decir: a la dignidad. Y esto solamente es posible a través de leyes que nos igualan.
En ese sentido, recibimos la media sanción que obtuvo la ley de despenalización del aborto. Ello nos muestra que hemos tenido como sociedad, por un lado, la posibilidad de debatir con mucha madurez democrática (participativa). Por el otro lado, garantiza que se pudieron escuchar las voces diversas que aportaron una gran riqueza al debate.
De la Cámara de senadores depende ahora esa decisión fundamental, que tiene que ver con la sanción definitiva de una ley que nos iguala como sociedad, y que cuida vida y cuerpos de mujeres, su integridad como personas. Cuando hablamos de integridad, estamos hablando de no seguir escondiendo o negando las prácticas de aborto que durante tanto tiempo fueron poniendo en riesgo de manera particular cuerpos y vidas de mujeres, sobre todo de mujeres pobres.
Ya no podemos dejar de comprometernos como sociedad y como iglesias en trabajar desde los diversos ámbitos el cuidado y el respeto por el cuerpo. Este cuidado también implica educación sexual, para prevenir llegar al extremo de algún embarazo no deseado y a un posible aborto.
Como iglesias herederas de la Reforma y comprometidas en nuestro contexto con los procesos que ayudan a dignificar la vida de todas las personas, hemos abogado de manera conjunta y también como denominaciones independientes, por la ampliación de derechos en una sociedad laica, buscando “incidir en el desarrollo de políticas públicas que conduzcan al pleno ejercicio de los derechos humanos y la mejora de la calidad de vida de la población.
Esta labor de incidencia no implica, sin embargo, que una iglesia particular pretenda imponer a la sociedad toda una concepción ética y moral fundada en sus propias doctrinas o creencias”. Como iglesias en un Estado laico, deberíamos “incidir para que quien tiene la función de legislar no lo haga desde un dogma religioso o ideológico sino desde el mandato recibido del pueblo y pensando en el bien común. para que las políticas públicas se elaboren desde una concepción laica de igualdad y no discriminación.“(1)
Creemos que eso ha sucedido finalmente al aprobarse la ley de despenalización del aborto. Sirvan estos breves párrafos para acompañar la reflexión, la oración y la tarea de nuestras comunidades, siempre orientadas en la búsqueda de la plenitud de vida para cada persona que habita nuestro suelo.
Por la Comunión de Iglesias de la Reforma,
Wilma Rommel Sonia Skupch Gustavo Gómez Pascua
Pastora Pastora Pastor
Daniel Favaro Álvaro Michelín Salomón Gerardo Oberman
Pastor Pastor Pastor
(1) Tomado de un documento compartido por el pastor Ángel Furlan.