Lee en tu Biblia: Marcos 6:30-34, 53-56
“Jesús les dijo: ‘Vengan conmigo ustedes solos, a un lugar apartado, y descansen un poco’. Y es que tanta gente iba y venía, que ellos no tenían tiempo ni para comer. Así que se fueron solos en una barca a un lugar apartado.”
vv. 31-32
Jesús valora el necesario descanso para sus discípulos. Reconoce la tarea que cumplieron y se da cuenta de que ellos necesitan recuperar energías. Del compartir la vida se trata, y no sólo eso, también del compartir una significativa presencia, decir palabras con un sentido de comunión y fraternidad, estar dispuestos a ofrecer lo mejor de sí mismo, y animarse a dar una palabra de aliento, consuelo, así como el aventurarse a sanar con los elementos materiales y espirituales a disposición. Todo ello requiere energía espiritual, emocional y física: se juegan el cuerpo y el alma, el físico y la espiritualidad, los gestos, las palabras y las actitudes hacia los demás. Hay así energía que se comparte, la fuerza del Espíritu de Dios que une a las personas.
Jesús y sus discípulos compartieron muchas horas, días y experiencias con mucha gente; también necesitaban estar solos compartiendo entre ellos mismos, recuperando no sólo las fuerzas físicas, sino también estimulándose mutuamente para compartir anécdotas, el conocimiento de los demás y experimentar la presencia de Dios que restaura, sana y nos levanta.
Necesitaban compartir lo difícil que puede ser expresar algo bueno en momentos complejos, y lo grato que es cuando los demás reciben con gusto lo que uno/a les puede ofrecer. También, por oposición: lo frustrante que es cuando no hay eco a nuestra presencia, cuando hay indiferencia o, inclusive, rechazo…
“…y es que tanta gente iba y venía…” – Por algo era que los seguían multitudes. Buscaban a un buen pastor, un buen mensaje, una esperanza de vida, una sanidad para sus cuerpos y una sanidad para sus almas. Necesitaban a Jesús y lo que Él podía darles. Necesitaban sentir a Dios bien cerca de ellos/as: con ellos/as, en medio de ellos/as, como si Dios hubiera bajado del cielo (representación antigua) para entrar en sus casas, comer con ellos/as, trabajar con ellos/as, sufrir con ellos/as, alegrarse con ellos/as. Dios en la vida de los individuos y las familias. Sintiendo así a Dios, experimentándolo de ese modo, crece la fe porque el corazón se llena de gozo al saber que alguien se ocupa de uno/a, alguien nos toma en serio, alguien se interesa por uno/a, a alguien le importo de veras.
La vida no es sólo trabajar, sufrir y morir. La vida no es sólo durar, aguantar, seguir como se pueda sin saber bien para qué… la vida es mucho más que eso. Alguien tiene que mostrar lo diferente, al Dios que le interesa cómo vive uno/a, qué siente uno/a, qué le pasa a uno/a…
Y los propios discípulos también necesitaban ser tomados en cuenta por Jesús, por eso ese retiro espiritual necesario en el lago de Genesaret.
Con todo, las multitudes llegaron hasta Jesús y su grupo de discípulos porque “parecían ovejas sin pastor”; entonces “cuando Jesús salió de la barca y vio a tanta gente, tuvo compasión de ellos… y comenzó a enseñarles muchas cosas.” (v. 34)
Retiros espirituales y servicio al pueblo: la misión de la Iglesia combina encierros y aperturas, alabanza y compasión, espiritualidad y compromiso social.
Uno/a puede ser miembro de iglesia pero también es un miembro de la sociedad, y nadie podrá decir que no necesita nada de nadie. Reconocer nuestras necesidades reales y las de quienes tenemos a nuestro lado es el primer paso para comenzar a comprender el sentido del ministerio de Jesús… y de la misión de la Iglesia.
Álvaro Michelin Salomon