ABRIR EL CORAZÓN AL AMOR

Texto bíblico: Marcos 11: 1-11

Esta cita bíblica nos habla sobre la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Allí la multitud salió a darle la bienvenida, tendiendo sus mantos delante de Él, al igual que las ramas de los árboles, aclamando a viva voz: “bendito el que viene en el nombre del Señor, bendito el reino de nuestro padre David que viene, gloria en las alturas”.

El propósito de Jesús al desplazarse hacia Jerusalén era hacer pública su declaración de ser el Mesías y Rey de Israel, en cumplimiento a la profecía del Antiguo Testamento. Jesús iba en un asno hacia su ciudad capital, y fue aclamado como un rey victorioso por el pueblo, como era la costumbre. Las calles de Jerusalén, la ciudad real, están abiertas a Él, como a un rey que sube a su palacio, no un palacio temporal sino el palacio espiritual que es el templo, porque su reino es un reino espiritual. Él recibe la alabanza y la adoración de la gente, porque sólo Él se lo merece. Jesús estaba así declarando abiertamente a la gente que Él era Aquel a quien estaban esperando.

Esta es la historia del rey que vino como un siervo humilde en un asno, no presumiendo en un corcel ni en vestiduras reales, sino con la ropa de los pobres y humildes. Jesucristo vino a conquistar con amor, gracia, misericordia, y con su propio sacrificio en favor de su pueblo. Su reino no es de ejércitos y esplendor, sino de humildad y servicio. Si Jesús ha hecho una entrada triunfal en nuestros corazones, Él reina ahí, en paz y amor. Y nosotros, como fieles seguidores de su palabra, tenemos el deber de multiplicar ese amor, ese amor que nos guía, que nos impulsa, que nos sostiene. Librémonos de nuestras vestiduras, de nuestras ataduras, de nuestros quehaceres diarios y abramos nuestro corazón al amor y misericordia del Señor; que cada día sea una entrada triunfal de su reino.

Cristela Dolce

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.