Bendecir a pesar de las adversidades

Leemos en nuestras Biblias: Lucas 6: 27- 38

Pero a ustedes los que oyen, les digo: amen a sus enemigos; hagan bien a los que los aborrecen; bendigan a los que los maldicen; oren por los que los insultan. Al que te hiera en la mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, no le niegues tampoco la túnica. A todo el que te pida, dale, y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames.

Creo que me ha tocado uno de los pasajes más espinosos para analizar.

A lo largo de mi vida, en mi rubro de ventas al público tuve experiencias que me hicieron pensar mucho en este pasaje.

Alguien me dijo una vez, si no cobras una cuenta, pierdes un cliente; así lo hice, logré cobrarle. Al tiempo, volvió a pedir crédito y como, finalmente, había cancelado su deuda, le volví a vender para que pagara “cuando cobrara su sueldo”, obviamente no cobré, perdí mercadería, cliente y “amiga”.

¿Qué debí haber hecho?… No podía negarle un crédito porque cumplió después de llamarle la atención, pero hubiese ganado más perdonando la primera deuda… ahora, ¿hubiese sido perdón o era lo que me convenía?

Tal vez yo olvide su deuda porque la considero perdida, pero al no insistir en cobrarle, estoy estimulando a esa persona a que siga actuando de esa manera.

Me pregunto si yo logro amar a mi prójimo, amarlo como a mí mismo, debo lograr que el proceder de esta persona sea el correcto, ¿cómo lo logro? ¿Haciendo silencio y ocultando su error?

Y no, acá es donde considero que debo actuar como discípula de Cristo, hablándole y haciéndole comprender que, aunque su actitud no haya sido la correcta, siempre tiene la oportunidad de cambiar, y más aún si reconoce a Jesús como su salvador.

Más crueles y difíciles son las heridas del alma. Esas son más profundas y en ellas es donde, para lograr amar al enemigo hay que recurrir al amparo de Jesús, solamente confiando en su apoyo y teniendo fe se podrá lograr, pero es una muy dura prueba en la que se podrá perdonar, pero tendremos que orar mucho para no guardar rencor.

Quizás una ayuda para aprender a amar a nuestros enemigos es buscar entender el poder del amor.

Si bien no es fácil, sí es posible reconociendo que nuestro señor Jesucristo que dio su vida por nosotros nos acompaña siempre. Amén

Mirna Lausarot

Comunidad de Juan Lacaze, Uruguay

Artesana en prendas tejidas

Jubilada

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.