Desde la Secretaría de Comunicaciones, realizamos una entrevista con Claudia Florentín, quien fuera Editora General de la Agencia Latinoamericana de Noticias (ALC) con motivo de su reciente cierre, a fines de agosto, después de 30 años de servicios de comunicación ecuménica ininterrumpidos. A continuación, un pequeño resumen del intercambio que estuvo centrado en la relevancia de ALC para el mundo ecuménico.
¿Cómo fueron los inicios de la Agencia Latinoamericana de Noticias?
El inicio de ALC como organización, como agencia de noticias, fue en el año 1994. Este año se cumplieron 30 años. Fue un proceso ligado a comunicadoras y comunicadores históricos, la mayoría de la Iglesia Metodista de Argentina, que pertenecían a la WACC (Asociación Mundial de Comunicación Cristiana), que en ese momento era muy importante, y tenía que ver con un rol diferente de las comunicaciones en la región. La Iglesia Valdense tenía una presencia muy fuerte en la WACC, a través de diferentes capacitaciones y materiales compartidos. Esta relación está sumamente ligada al inicio de ALC Noticias, a estos-as periodistas que se vinculaban a la Asociación de Comunicación Cristiana.
En sus inicios, ALC también estaba muy relacionada con el Consejo Latinoamericano de Iglesia (CLAI). Entonces tenía el apoyo de la WACC, el apoyo del CLAI, el apoyo de luteranos-as en comunicación, y de CIEMAL, que es la organización de la Iglesia Metodista en América Latina. Eran cuatro o cinco. Al momento del cierre, éramos doce organizaciones.
Es muy interesante analizar cómo fue cambiando la manera de mirar la comunicación dentro de nuestras instituciones, de ser algo en lo que teníamos incidencia, que tomábamos partido socialmente, comunitariamente, pero nos fuimos recluyendo a las organizaciones y fue quedando solamente para lo interno, nos encerramos en nuestra propia comunicación, y eso les pasó a casi todas las organizaciones.
¿Cuáles crees que son los cambios más relevantes de los últimos años?
Hoy se puede decir que una comunicación como la teníamos vista antes ya no tiene el mismo sentido y, por otro lado, el ecumenismo en la región ya no tiene la misma fuerza. Entonces, para una agencia de comunicación ecuménica tal como venía funcionando, era predecible su cierre, porque ya lo que le dio génesis, prácticamente, no existe.
El formato de ALC era una agencia de noticias, por lo que no podíamos transformarnos del todo al tipo de contenido digital de las redes sociales, corto y rápido; lo que hacíamos era algo que las demás organizaciones podían tomar y replicar. Intentamos adaptarnos también a las nuevas tecnologías, si bien el formato y la idea inicial siempre fue más que nada contribuir con información, formación y acompañamiento a las organizaciones en la región que necesitaran ir capacitándose en cómo armar una estrategia de comunicación. Hoy es difícil saber para qué estás haciendo el contenido de redes sociales porque la vorágine que genera la inmediatez es muy grande, a qué querés llegar, cómo, cuándo, por qué.
¿Cómo se trabajaba el ecumenismo desde ALC como gestor de agendas comunes?
Varias organizaciones de la región se vieron acompañadas de alguna forma con el trabajo de ALC, sobre todo en lo que respecta al acompañamiento en procesos propios de pensarse, de repensarse.
ALC Noticias tuvo siempre como bandera promover las sinergias entre las organizaciones, que veamos que las agendas son comunes y de qué forma podemos potenciar aquellos temas que son relevantes a todas.
Además, hemos estado acompañando grandes procesos políticos en la región como agencia de noticias y creo que eso es un valor que no podemos perder en la historia. Estuvimos muy presentes en el debate y construcción de la Ley de Medios y la Ley de Cultos en Argentina; diversos procesos en Cuba; el Acuerdo de Paz en Colombia; la etapa de resistencia a Bolsonaro en Brasil, entre otros momentos importantes para la región.
¿Qué desafíos se presentan para las comunidades con el cierre de ALC?
Creo que la comunicación perdió de vista el vínculo ecuménico e, incluso, con la sociedad. Pienso que el cierre de ALC es la muestra clara de que es necesario que las iglesias se comprometan con la voz profética y con el compromiso social que es necesario y en el que creemos.
Las decisiones que hoy tomamos de cerrar procesos, de concluir cosas o de dejar de comunicar, sin dudas va a tener una implicancia en el tiempo que viene. Porque no se piensa en el aspecto político de la comunicación, que es una voz profética, que es comunidad, que es político a tu organización. Sin dudas, la comunicación no puede ser instrumental, porque si no te quedás solamente en que es una herramienta y punto, no avanzas de ahí.
Ahí hay una revisión ideológica fuerte que tenemos que hacer, me quedo pensando en la Confesión de Accra, de cómo el capital nos va corriendo, cómo el capital nos marca el paso y como también así dentro de las organizaciones que terminamos teniendo marcado el paso de lo que hacemos y las decisiones también por la necesidad de la inversión, la necesidad del capital.
Así como no se entiende el rol político de la comunicación en nuestras comunidades, tampoco se entendió del todo o se valoró el rol que tenía ALC como agencia de noticias ecuménicas. Y ahora, posiblemente lo notemos por ausencia.
Las iglesias van a tener el desafío de conectarse entre ellas para no volver a aislarse; algunas de las preguntas que nos hacemos y me hacen llegar son: ¿ahora quién va a escucharnos? ¿A quién le va a interesar nuestra agenda? Creo que ahí es donde las organizaciones van a empezar a darse cuenta que no está ALC para escuchar las informaciones.
Por otro lado, hay temas de la agenda de América Latina, que nuestras iglesias realmente no pueden tomar porque existen conflictos internos. Hace 17 años que ALC trabaja y comunica el tema de género, temas álgidos para tratar, como la diversidad, por ejemplo; porque sabíamos que nuestro lugar, como agencia ecuménica, nos permitía hablar de temas que a las iglesias, como instituciones, todavía se les estaba haciendo difícil hablar.
Sin dudas, ahora hay que dejar correr el tiempo, poder celebrar todo lo que fue y mirar para adelante pensando en eso también. Claro que la ausencia duele, pero que también podamos identificar nuevas necesidades; lo que tienen las crisis es que luego de transitar el dolor podemos verla como una oportunidad para que nazcan otras cosas.