CON MARTA Y MARÍA
Conmemorar un nuevo 8 de marzo
Lucas 10:38-42
Este texto de Lucas ha sido interpretado de muchas maneras. Por ejemplo, en una Escuela Dominical una maestra sugirió que dos niñas y un varón del grupo de chicos ilustraran la escena dramatizándola. Todo transcurría de acuerdo con el relato hasta el momento en que Marta le dice a Jesús si no se da cuenta que María está escuchándolo pero no le ayuda con los quehaceres de la casa. Sorpresivamente el chico que representaba a Jesús le dice a María con gran autoridad: ¡ve a ayudar a tu hermana!… cambiando el original: “Marta, Marta tu te inquietas por muchas cosas y una sola cosa es necesaria y María a elegido la mejor parte, que no le será quitada”. Gran risa y alegría de todo el grupo de chicos. Si no hubiera estado Jesús eso sería lo normal en una sociedad de mujeres dóciles.
Las figuras de Marta y María suelen tomarse como la representación de dos tipos de mujeres. Marta encarna las que son llamadas a ser esposas y madres, las que deben criar los hijos mientras el esposo trabaja para conseguir los recursos económicos que mantengan la familia. María la que encarna la mujer liberada de esas responsabilidades, la intelectual que pudo estudiar y con un título conseguir un trabajo independiente de la tutela del varón que la considera en igualdad de condiciones. Es sobre esos dos tipos emblemáticos de mujeres que se edifica hoy en forma genérica la figura de la mujer moderna.
Si nos detenemos a analizar el texto de Lucas vemos que la figura de Marta y María no se agotan en esa comparación de estilos de vida, el mensaje es mucho más profundo y vale la pena analizarlo en sus detalles. En primer lugar si consideramos el contexto de este relato de Lucas vemos que todo empieza con la pregunta del intérprete de la ley: “Maestro, ¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?” (25) el diálogo continua y lleva a que frente a otra pregunta del escriba: “¿Y quien es mi prójimo?” (29) Jesús relate la parábola del “buen Samaritano”. Después viene el texto que nos ocupa, las dos hermanas probablemente son las que aparecen en el relato de Juan (11:1-40; 12:1-3) porque se las describe de acuerdo a los mismos caracteres, Marta desarrolla un servicio (11:20) y (12:2) Y María postrada a los pies de Jesús escucha al Maestro. (11:32; 12:3) Lázaro, el que Jesús resucita, (11:43) sería hermano de estas dos mujeres, pero aquí Lucas no lo menciona. El centro del relato son las dos hermanas en su relación con Jesús.
“Una sola cosa es necesaria”, (Lucas 10:42) escuchar la palabra de Jesús. Porque la palabra de Jesús es más importante que todos los valores terrenales. En este relato esa palabra de Jesús nos ayuda a comprender que es necesario escuchar el Evangelio de la redención (María); antes de poder realizar el servicio del buen samaritano (Marta).
Usando este texto de Lucas se ha insistido en la Iglesia en separar la contemplación de la acción. Lo importante sería la meditación antes que la obra. La palabra de Dios apunta a un futuro que conmueve todo lo creado, o es una realidad interior de cada persona que se refiere al alma de cada creyente. Pero el Evangelio en más grande que esas especulaciones. Se trata de escuchar la Palabra del Señor que nos llama a la fe y al compromiso.
Este 8 de marzo de 2020 estuvo poblado de cosas que llaman nuestra atención. Es muy importante toda la discusión sobre cuestiones de género que están ocupando el interés de nuestra Iglesia incluso a nivel sinodal. Hay ya mucha reflexión acumulada al respecto y parece que fueran las cosas que más importan, las únicas cosas vivas. Sacuden el pequeño mundo de nuestra vida privada y conmueven el mundo de las naciones.
Pero también hay otra cosa que nos llama la atención, que vive en las sombras, que avanza en forma silenciosa, discreta, y que casi no se nota, que no es tenida en cuenta, casi pasa despreciada. No es cosa de ahora, antes ya fue así, incluso en el Impero de Roma, en medio de todas sus cosas vistosas, de todo su poder y su apariencia había un desconocido, nacido en un barrio de Judea que desarrollaba su acción en pequeñas ciudades de provincia. En ese desconocido estaba el Reino de Dios. El camino de Jesús fue el camino de la cruz, el camino del Evangelio hasta la edad presente, camino de desilusiones, de sufrimiento, de dificultades, camino discutible y contradictorio. Pero los que se han enganchado en la aventura absurda y maravillosa de la fe, no se van a sentir desilusionados.
Si el fermento del Evangelio sigue alimentando la fe de Marta y María sabemos que los obstáculos que encuentren en su camino lejos de llevarlas a la desilusión y la derrota les ayudarán a perseverar en la lucha por la dignidad de las mujeres. Lo que estuvo presente una vez más en todas las manifestaciones de este nuevo 8 de marzo.
Pastor emérito Carlos Delmonte