Reflexiones sobre Mateo 22:15-22
En este pasaje, los fariseos buscan tenderle una trampa a Jesús, intentando enfrentarlo a los herodianos. Plantean la pregunta: «¿Es lícito pagar el tributo al César?» con la intención de atraparlo en una respuesta comprometedora. Si Jesús respondiera afirmativamente, parecería que colabora con los invasores romanos, lo que disgustaría a los judíos. Si, por otro lado, respondiera negativamente, podría ser acusado ante las autoridades romanas de ser un enemigo del César y un subversivo.
Sin embargo, la respuesta de Jesús va más allá de las trampas políticas. Al decir: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios,» nos brinda una lección sobre valores morales y espirituales.
Dios, como el Creador, merece algo más profundo que monedas y tributos terrenales. Jesús nos llama a dar a Dios lo que es verdaderamente divino: valores éticos, morales y espirituales. Esto implica respeto, consideración y amor fraternal hacia nuestros semejantes. Es un tributo de amor que se traduce en ayudar y cuidar de los demás.
Dentro de esta responsabilidad, cuando amamos a alguien, debemos honrar su dignidad, reconocer sus atributos y capacidades, y respetar sus derechos. Esto es un tributo de amor en acción, que se manifiesta a través del respeto a la pluralidad y la diversidad, promoviendo la convivencia armoniosa entre hermanos y hermanas.
Así, Jesús nos enseña que, además de nuestras obligaciones cívicas, debemos reconocer nuestra responsabilidad hacia Dios y nuestros semejantes, fomentando una convivencia basada en el amor, el respeto y la consideración mutua.
Estela Cortinas
Egresada de la capacitación para laicos y laicas de la Iglesia Valdense: “Esfuérzate en la Gracia”.