Leemos en nuestra Biblia Mateo 21:23-32.
Nos encontramos en este relato del Evangelio con Jesús situado en Jesusalén y, más específicamente, dialogando con los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos. La cuestión que preocupa a los representantes del templo es la autoridad de lo que hace Jesús y quién le dio dicha autoridad. En la discusión que se plantea, Jesús nombra a Juan el Bautista y les pregunta por la opinión que tenían respecto a quién lo había enviado. Por el intercambio que se da entre los jefes de los sacerdotes y los ancianos vemos que Juan el Bautista era muy reconocido, incluso allí en Jerusalén, y también podemos notar que había dudas y distintas interpretaciones sobre él y su mensaje.
El diálogo continúa, y Jesús les sigue preguntando pero esta vez utiliza una parábola para saber su opinión. Les plantea la situación de un hombre que tenía un viñedo y dos hijos, a los cuales les pide que vayan a trabajar ese día. El primero le dice que no quería ir pero finalmente va. El segundo le dice que sí, pero no va. Y les pregunta: “¿cuál de los dos hizo lo que su padre quería?”. Ellos responden que el primero. Luego, Jesús les anuncia el Reino de Dios, diciendo que quienes creyeron en Juan el Bautista y su enseñanza sobre el camino de la justicia serán “lxs primerxs”. Aquellxs que vieron, creyeron y cambiaron de actitud. Pero que ellos, aun siendo testigos del anuncio de la voluntad de Dios, no cambiaron de actitud para creerle.
El texto nos muestra que a Jesús no le interesa discutir con los representantes del templo sobre la autoridad y el aval necesario para anunciar la Buena Nueva, porque entiende que la preocupación de quienes le increpan en Jerusalén está basada en la Ley, en la comprensión de la Ley que tenían (e imponían) aquellos jefes de los sacerdotes y ancianos de los judíos. Por esta razón les dice que ellos no creen, que ellos no pueden ver más allá de la Ley y la observación meramente “ritual” de la religiosidad que llevaban adelante y transmitían a todo el pueblo.
La lectura nos desafía también a nosotrxs hoy a “convertirnos”, a creer en Dios y actuar en consecuencia. A mirar con otros ojos la realidad, a vivir de otra manera en la que nos respetemos, nos solidaricemos con todas las personas y que nos comprometamos con toda la creación. ¡Bienaventuradxs quienes creen y son la sal y la luz del mundo!
Yanina Vigna
Comunidad Valdense de Flores, Buenos Aires, Argentina.
Asesora de los Centros Diacónicos Valdenses en Argentina.