Hogar Nimmo – Colonia
De las obras de servicio de nuestra iglesia en el ámbito sinodal, el Hogar Nimmo es seguramente la que ha vivido un cambio de mayor entidad en los últimos años. Cambios no sólo en su funcionamiento sino en su propia concepción. Pensado en un momento como un lugar para vivir, hoy podría cuestionarse la denominación de “Hogar”. Tal vez sería más acertado hablar de “centro” que busca vincular al niño a su familia y que ése sea su hogar.
El licenciado Michel Gardiol, director desde mayo de 2011, ha sido uno de los protagonistas de años de profundos cambios.
Cambios en tiempos de cambios
El Hogar Nimmo de Colonia del Sacramento lleva más de 50 años de trabajo en pos de la atención de “niños, niñas y adolescentes” (NNA) en situación de vulnerabilidad social. En este tiempo ha ido cambiando los modos de trabajo acompañando los cambios sociales y las metodologías empleadas.
En los últimos años la perspectiva de la atención a la niñez ha ido cambiando de forma considerable a nivel nacional e internacional, el Hogar también. Las metodologías,dispositivosy formas de trabajo se han acompasado a las nuevas realidades. En la actualidad los niños son considerados sujetos de derecho y no objeto de derecho. Eso cambia mucho la perspectiva de verlo, el compromiso y respeto que se mantiene hacia él, sus deseos, expectativas y derechos. En esta realidad nos encontramos ahora.
El hogar ya no es una casa donde los niños entran chicos y se van a los 18 años.Hoy la mayor parte del trabajo se realiza en territorio, con los niños y sus familias en la mayoría de los casos trabajando en pos de revertir las condiciones desfavorables que incidieron para que debieran ingresar en un centro como el nuestro.
En la actualidad estamos trabajando con 34 NNA de los cuales sólo 8 se encuentran viviendo en el hogar, el resto lo hace con familias o en procesos de autonomía. Se espera que en el correr de este año el número de niños en residencia continúe disminuyendo.
Los tiempos cambian, las formas de trabajo con la infancia también. Las exigencias y las realidades de los chicos que atendemos han cambiado. Prácticamente la totalidad de esos chicos hoy se encuentran judicializados. Esto por un lado les ofrece mayores garantías, pero a la vez complejiza nuestra tarea y exige un nivel de formación mucho mayor de quienes trabajamos con ellos.
El Hogar Nimmo mantiene un convenio con el Instituto del Niño y del Adolescente del Uruguay (INAU) desde el año 1982. En realidad por una cuestión de personería jurídica, el convenio es de INAU con la Iglesia Evangélica Valdense en el Río de la Plata.
Hoy es mínima la cantidad de chicos que ingresan a los hogares como el nuestro. El estado ha ido generando muchas formas de intervención y equipos de trabajo que abordan las situaciones antes de llegar al extremo de desprender a un niño de su familia. La internación se tiene como la última de las posibilidades. Esto lleva a que muchos de los NNA que atendemos, más aún quienes llegan a la internación, han pasado por situaciones muy difíciles y con un gran daño colacionado. Esto nos exige una mayor profesionalización de la tarea y a la vez trabajar con equipos humanos más especializados. El panorama de nuestro Hogar ha cambiado profundamente en relación a otros tiempos.
Ya no tiene 49 chicos viviendo de forma prácticamente permanente. La estructura edilicia que sostenía esos modos de trabajo va quedando obsoleta para las tareas de hoy. Se nos plantean dudas e interrogantes acerca de qué hacer con estas estructuras, desafíos sobre otras propuestas de trabajo para utilizarlas. Son planteos y preguntas que tenemos presentes.
La familia es el lugar más propicio
Desde la aprobación del código de la niñez y la adolescencia en 2004 queda muy claro que el lugar propicio para la crianza es un núcleo familiar. ¿Cual núcleo familiar? Ése es el trabajo al que nos abocamos. Debemos garantizar que a los niños, luego de nuestra intervención, se les respeten sus derechos y crezcan en un ambiente favorecedor de sus capacidades. Para eso desde el hogar se trabaja en varios dispositivos. Cuando se nos presenta la situación de un niño para el ingreso, estudiamos la situación para ver si realmente podemos trabajarla.
Ingresamos niños de 6 a 12 años a nuestro hogar.Hacemos excepciones en caso de núcleos de hermanos pero aún dentro de ese grupo de edades no podemos ingresar niños con patologías psiquiátricas severas ni discapacidades profundas ni con problemas de consumo problemático de sustancias. Cuando vemos que el niño se ajusta a nuestro perfil de trabajo evaluamos la situación familiar y el motivo de ingreso.En ocasiones empezamos a trabajar con el niño directamente inserto en su familia y no hay necesidad de que ingrese a la residencia del hogar. Es lo deseable.
Las posibilidades para que los niños vivan con familias son varias. Pueden vivir con sus padres, algún familiar que pueda hacerse cargo como hermanos, tío, primo por ejemplo.Puede ser una familia ampliada, esto es personas con que tengan con los niños un vínculo fuerte anterior al ingreso a nuestra institución. Puede ser con familias ajenas, personas que se postulan para hacerse cargo de niños y les ofrecen un núcleo familiar en el cual vivir pero no tienen ningún tipo de vínculo con ellos. Por último está también la opción de la adopción. Éstas son las líneas que debemos tener presentes al estudiar la situación del niño que ingresa al hogar. Siempre es prioridad la familia de origen pero en caso de que esto no sea viable se inicia el trabajo con las otras posibilidades. Siempre se acompaña y se trabaja con cada una de las familias para adquirir o recuperar capacidades de cuidado para los niños.
Cuando entendemos que se ha atravesado un proceso de fortalecimiento familiar y los objetivos de trabajo fueron cumplidos realizamos el egreso del niño del Hogar.
Si los adolescentes cumplen 18 años y siguen residiendo en el Hogar ingresan a un dispositivo que se llama “autonomía progresiva” en el cual se lo acompaña mientras el joven logra la autonomía.
Este comienzo del año 2018 nos interpela ante un futuro novedoso, con mucha experiencia acumulada de decenas de años de trabajo con la infancia y múltiples desafíos por delante. Apelados a dejar antiguas formas de trabajo que en la realidad de hoy y las características de los niños con los que trabajamos, sólo los perjudicaríamos.
Tenemos bien claro que la mejor Residencia en el Hogar que tengamos nunca va poder ser igualable a la crianza de un niño dentro de un núcleo familiar que lo quiera y lo cuide.
Michel Gardiol
Nota publicada en el boletín: Cuestión de Fe, edición febrero de 2018