Segunda entrega del ciclo “Hacer memoria, soñar futuro”. En esta oportunidad, Jaime Prieto, docente del Seminario Latinoamericano Anabautista con sede en Guatemala comparte algunos recuerdos y reflexiones sobre el trabajo con los fundamentalismos políticos y religiosos.
Jaime fue quien acompañó y guio el trabajo durante el seminario que se realizó entre el 26 y el 28 de octubre del 2018, y titulamos: “Fundamentalismos políticos y religiosos: sumando voces para la construcción colectiva en un mundo diverso”.
En aquel momento nos preocupaba especialmente el avance de las prácticas fundamentalistas en nuestro continente, con el odio y la exclusión como banderas. Frente a esta realidad proponíamos la dimensión colectiva y comunitaria que con su potencialidad transformadora nos anima al compromiso con procesos y prácticas eclesiales inclusivas y diversas. Hoy insistimos, porque ese avance fundamentalista ya es parte de nuestra cotidianeidad, y seguimos creyendo que la construcción de conocimiento colectiva, el encuentro y el abrazo son las que nos sostienen y alientan a confiar y trabajar por un mundo más justo y digno para todas las personas. A continuación, compartimos algunas reflexiones que nos acerca Jaime.
A partir de mi experiencia en los cursos que estamos dando en Centroamérica y el Caribe con el Seminario Latinoamericano Anabautista sobre diversas temáticas que vinculan teología, historia, escatología, misión de la iglesia, interpretación bíblica, entre otras, pude visitar lugares como Nicaragua y El Salvador, y en lo que resta del año iré también a Guatemala. Luego de un tiempo difícil en lo personal, esta experiencia fue muy hermosa pues la mayoría de las instituciones teológicas que lograron sobrevivir a la pandemia, prácticamente mantienen las instancias de formación en modalidad virtual; lo que a mi juicio limita muchos aspectos centrales en la experiencia de vivir y reflexionar comunitariamente junto a nuestros hermanos y hermanas.
Ninguno de los cursos trata directamente sobre fundamentalismo, pero en el desarrollo de temas de eclesiología, interpretación bíblica y discernimiento de la realidad política y social se tocan esos temas y se brindan alternativas a prácticas eclesiales, sociales y nuevas formas de leer las Escrituras. Sin dudas, es muy diferente encarar estas temáticas dentro de las comunidades e iglesias tradicionales respecto a cómo fue abordado en Paraná, quizás porque había una mayor predisposición, quizás teórica como práctica, para encarar directamente los fundamentalismos. Es innegable también que, además de evidenciarse muchas dificultades en los procesos educativos convencionales, la mayoría de las personas de aquí vienen de contextos sociales con necesidades económicas, de salud, problemas familiares y ambiente eclesiales bastante conservadores. Esto exige siempre una gran paciencia en saber cómo desafiarlos-as a nuevas lecturas de la sociedad de la Iglesia frente al momento difícil que vive América Latina con gobiernos dictatoriales.
Me encanta entremezclar las disciplinas de la historia, el análisis de la realidad, la teología con el estudio bíblico. Noté algunas resistencias al comienzo de los cursos, pero luego la fascinación por otras pedagogías creativas como la pintura y la dramatización. Es muy diferente Nicaragua de El Salvador, y también es muy diferente Guatemala de Panamá y Costa Rica. Recientemente estuve en Panamá en diálogo con la comunidad menonita Wounaan, esta comunidad indígena está en procesos de revisión de un texto bíblico que fue redactado en el pasado. Y el gran desafío es cómo hacer una versión que responda a los nuevos lectores wounaan luchando por sobrevivir en el contexto panameño, pero que a la vez presente el desafío de conservar sus raíces indígenas que es lo que le da sentido e identidad a sus vidas personales y colectivas. No ha sido fácil la lucha que tienen que enfrentar en las comarcas indígenas con el peligro latente de los colonos que presionan desde los linderos por introducirse y arrebatar la riqueza natural que estos han conservado por tantos cientos de años.
En lo político, es interesante ver los cuestionamientos, las reacciones de muchas personas tienen que ver tanto con expresiones de fundamentalismos que se inclinan a la ultraderecha, como el caso de Argentina, hasta el nacionalismo del actual presidente de Nicaragua, a quien muchas personas critican disimuladamente por temor a las represiones. El problema aquí tiene que ver también con los Estados que procuran tener un control total de la sociedad civil y esto incluye también a las iglesias, instituciones teológicas y sus propiedades. En los lugares donde existe un control social grande por parte del Estado, quien se exprese públicamente en un púlpito, también debe estar consciente de que existen personas dentro de la comunidad de fe con diferencias con respecto al gobierno en el poder. Esa situación hace que también la forma de abordar esos temas tan importantes en la Iglesia pueda, al menos, dar luces de esperanza desde la fe a mejores expresiones políticas y sociales en mayor entonación con el mensaje liberador de Jesucristo.
Hay aspectos muy contradictorios y de difícil análisis en todo esto. Por ejemplo, Costa Rica encara una situación muy difícil, se proyecta que nuevamente se alcanzarán las casi mil personas asesinadas a fin de año. Algo impensable años atrás para este país, que se caracterizó por la paz y tranquilidad. Los carteles de drogas están en plena acción en el país y en una lucha terrible, estas mil personas son ajusticiadas por las bandas de narcos. En El Salvador se habla de falta de derechos humanos por la enorme construcción de cárceles inhumanas y, actualmente, un periódico mencionó los mecanismos de enriquecimiento desmedido de Bukele y sus familiares en la zona más céntrica de San Salvador. Por otro lado, el encarcelamiento de las maras le ofrece otra cara a El Salvador, se puede caminar libremente sin sentir el temor de ser asaltado-a o de estar pagando impuestos de zona por las bandas de maras. Son los contrastes grandes que encontramos entre una región y otra. Estados Unidos mismo, que siempre quiso ocultar sutilmente sus intenciones de dominio y control económico e ideológico al resto del mundo a través de la religión, hoy en Trump, levanta los brazos del descalabro total de los valores “aparentemente democráticos” y presenta descaradamente sus ideales fascistas. ¿En qué mundo estamos viviendo? Y ¿cuánto sufren los sectores migrantes y las familias pobres de la tierra?.
En todo este contexto, las alianzas estratégicas de los grupos que procuran dar una respuesta desde la fe y la acción política y social a los fundamentalismos siguen siendo muy importantes. Sobre todo, si los y las participantes están activas en comunidades de fe, sindicatos, movimientos sociales, juventudes, organizaciones feministas o ecológicas. Es importante e interesante porque en la medida que se comparten las luchas, pueden crecer también nuestras redes de solidaridad y aprendizaje comunitario.
En este sentido, sería un problema si los abordajes se realizaran solamente para cubrir una dimensión teórica. Sin lugar a dudas, las oportunidades que brindan los medios de comunicación masiva son muchas y variadas, pero el lugar presencial, donde nos vemos los rostros, podemos apreciar los desvelos cotidianos de las madres, los hijos abandonados, las familias desmembradas y las necesidades concretas. El lugar de encuentro es fundamental.
En mi experiencia docente se hacen notables las diferencias entre la virtualidad y la presencialidad. La alegría de encontrarnos presencialmente, estando con las otras personas se hace palpable. Esto mismo a veces no es fácil, en Nicaragua por ejemplo, hay un pastor que viaja desde la profundidad de las montañas hasta el centro de Masaya, viajando casi 16 horas para poder estar en nuestro encuentro. Es decir, viaja más horas que las que yo viajo en autobús desde San José (Costa Rica) a Masaya. Esto hace que a veces las personas deban pedir permisos especiales para poder estar en nuestros seminarios, lo que demuestra que ven en este espacio una fuerza grande del Espíritu de amor y solidaridad de Dios expresado en la comunidad. Por eso creo que la espiritualidad crece y se desarrolla en la comunidad. Cuando visité la comunidad de este pastor que viaja nueve horas en bus, cinco horas en canoas con motor por mar y ríos y dos horas a caballo para llegar a su humilde hogar, pensé: hay algo grande que este visionario de Dios transmite y es la visión de acompañar su familia y de compartir a las familias pobres de alrededor el Evangelio transformador de Jesucristo.
Con estas reflexiones deseo que, de alguna manera, nos ayude a repensar los espacios de formación teológica y pastoral que puedan ser herramientas para fortalecer nuestra participación en la sociedad civil, procurando mayores espacios para la vida en medio de la radicalización de los fundamentalismos.