Lee en tu Biblia: Juan 1: 43-51
Jesús está buscando ayuda, busca compañía, busca en quien confiar su trabajo. Entonces inicia su búsqueda en una ciudad pesquera, busca y encuentra, busca y reconoce.
Pero no va solo en su búsqueda, inicia el camino acompañado por Felipe, quien era nativo de esa ciudad, él la conocía, lo podía orientar. Allí Felipe encuentra a Natanael, a quien le cuenta con alegría que por fin encontraron a quien tanto anhelaban, de quien tanto se hablaba, a quien tanto habían anunciado. Pero cuando le dice de qué lugar, su origen, aparece la duda. “Nada bueno puede salir de ese lugar”, el prejuicio, la soberbia. Jesús era de Nazareth, una pequeña población de esa región, esto no sumaba puntos a su curriculum. Pero muchos antes habían escrito de él, alguna característica positiva debía tener.
Cuando en cambio Jesús ve a Natanael le dice: “él es un verdadero israelita en quien confiar”. ¡¡Qué declaración!! Jesús le da crédito, le da una buena referencia. Natanael no saldría de su asombro y pensaría: “¿Quién es este que habla bien de mí y yo dudo de él?. ¿De dónde me conoce? Cómo sabe de mí”. Cuantas veces dudamos de alguien o no confiamos en personas por su cara, por sus palabras, por su procedencia, por su aspecto, por lo que piensa. ¿Cuántas cosas nos perderíamos de esas personas, sino nos damos la posibilidad de conocerlxs?
La respuesta de Jesús no se hace esperar “Yo te vi cuando estabas debajo de la higuera”, Jesús no duda, siempre nos sorprende, nos ve, no como nosotros analizamos y miramos al otrx. Él siempre nos da una oportunidad, una chance.
Natanael se vuelve a sorprender, lo ve, decide creer y empieza a confiar. “Tu eres el hijo de Dios, el rey de Israel, ..el que tanto esperábamos” Abre sus ojos y lo ve. Pero Jesús lo vuelve a desafiar “Me crees por lo que te dije?”, Natanael ya no contesta.
Jesús siempre está desafiándonos y buscándonos, él sabe que conocernos es muy importante para él pero más para nosotrxs. Sus palabras siempre contienen esperanza, promesa. “Cosas más grandes verán aún”. Siempre desafía nuestra confianza, nuestra espera, siempre nos llama, siempre nos ve. El siempre cree que algo bueno puede salir de nosotrxs, algo tenemos para dar, aunque nuestro curriculum así no lo exprese. Su plan es inmenso y diverso, el propone y dispone, el mezcla y reparte. Está en nosotrxs aceptarlo, elegirlo, seguirlo, subirse a su barco, formar parte de su promesa.
¡Qué siempre tengamos la posibilidad de ver y escuchar su llamado y que cada vez seamos más los que caminemos junto a él!
Verónica Hiller