Leemos en nuestra Biblia: Lucas 23:33-43.
“Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
Cuántas veces somos parte de situaciones en donde repetimos esta frase, pidiendo a nuestro Padre que perdone a quienes estamos observando. Ya sea porque nos hacen mal a nosotrxs o porque le hacen daño a otrxs.
De alguna manera, me hace reflexionar sobre esas situaciones de injusticia en donde tenemos la opción/decisión de intervenir o no. Aunque a veces nos preguntamos cómo intervenir, qué hacer. Hoy les recuerdo que todxs tenemos la palabra, que siempre genera su impacto en su momento.
Volviendo al texto, junto a Jesús estaban dos ladrones, que aparentemente habían sido atrapados por robo.
Imagino el momento y el dolor de los tres. Posiblemente los dos malhechores habrán estado enojados e insultando.
Uno de ellos, empezó a provocar a Jesús, diciéndole que se salve. El otrx, pudo frenar, hacer silencio, reflexionar, e intervenir en esa situación, respondiéndole “(40) ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? (41) Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; más éste ningún mal hizo.”
Pudo observarse, reflexionar sobre sus acciones y actuar en consecuencia. ¿Y cómo actuó? Hablando. Desafiando a que el otro también se piense. Asumiendo sus errores y declarando que Jesús nada malo había cometido. ¡Qué maravilloso es cuando podemos observarnos a nosotrxs mismxs, repensando nuestras acciones, aceptando nuestros errores! Pero también es igual de maravilloso cuando podemos declarar que Jesús no hizo mal a nadie, y se acuerde de nosotrxs cuando venga su reino.
¿Qué le dijo Jesús? ¿Acaso se enojó? ¿Les reprochó por haberlo insultado? ¿Les ignoró? Nada de eso. Él nos enseña desde el ejemplo mismo. Perdonando y diciéndole “(43) De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.”
Melina Wagner
Referente de diaconía de la comunidad Valdense de Paraná, Entre Ríos.