Leemos en nuestra Biblia: Juan 6:51-58
Maia se despertó muy temprano, intranquilx y angustiadx por la situación que atraviesa. Situación por la que quizás estén atravesando muchxs de los están leyendo este breve texto. Ese día, Maia, no sabía cómo reuniría dinero para dar de comer a sus niñxs; sólo tenía alimentos para un desayuno muy precario. Se preguntó cómo salir, cómo reunir fuerzas para levantarse, de qué nutrirse para fortalecerse y enfrentar este día y los que vendrán. Pregunta ésta, que por diversas razones nos hacemos todos y no siempre encontramos una respuesta ¿Recurrir a las fuentes de siempre? ¿A las ya acostumbradas? ¿Y si se agotan? ¿Después qué? El dolor se profundiza.
¿Qué decirle? ¿Cómo aliviarlx? ¿Son válidos los argumentos con que contamos? Sin embargo, lo que sí sabemos es lo que está a nuestro alcance hacer. Acercarnxs y acompañarlx, ayudarle a reunir lo que necesita o arbitrar los medios… Pero esa angustia se repetirá cada día si no encuentra una fuente inagotable.
Conocemos otro alimento, el amor al que Jesús nos invita. Jesús quiere ser parte nuestra, ser nuestro pan. Esta invitación que nos hace dando su cuerpo y su sangre por nosotrxs, nos interpela; nos compromete a tener una vida con sentido; a que recobremos esa vida para celebrarla.
¿Cómo transmitimos esto a todxs lxs Maia? Con convicción y generosidad; con escucha y respeto. Cuando podamos hacer nuestrx su dolor, caminar a la par de ella, podremos ser su pan; pero no en soledad. Compartir la problemática con la comunidad, los amigos, los espacios estatales. Sin prejuicios, sin mezquindades ideológicas, religiosas o las que fueren. Trabajar con humildad y firmeza para que Maia acceda dignamente a lo que por derecho le corresponde.
Ese será el momento en que al despertar sienta que Jesús es parte de ellx y de sus hijxs. De esa forma estará sintiendo de manera real las señales del amor. Es el gran desafío, y la invitación a pensar juntxs en acciones concretas para ayudarnos y ayudar a recobrar la esperanza en medio de la desesperanza; en recuperar fuerzas en medio del dolor; confiadxs en que Jesús está en nosotros en medio de nuestras crisis y en que su amor nunca se agota. Esa es la manera en que Jesús quiere que participemos en su vida. Ese es el milagro.
Lilian Rostán
Comunidad Valdense de Laprida, Buenos Aires, Argentina