Leemos en nuestra Biblia: Lucas 16: 1-13
Al leer esta parábola, seguramente tendremos muchas dudas con respecto a su interpretación, y nos preguntaremos: “-¿Cómo puede ser que se pondere a una persona que no actuó correctamente?”.
Este mayordomo no hacía bien su tarea, perjudicando con este mal proceder a su amo. Al menos, es la interrogante que me dejó pensando… salvo que hubiera otras opciones: ¿sería que el mayordomo puso la diferencia de su salario? Si éste hubiera sido el caso, el asunto se podría entender mejor: no perjudicaba al amo y ganaba el reconocimiento de los deudores. Su economía se vería resentida en el momento, pero tendría a quien recurrir al quedarse sin trabajo. Sería una inversión astuta: insegura, pero posible. Sin embargo, el relato no plantea esta opción…
El reconocimiento del amo tiene sentido cuando aclara que el mayordomo resolvió astutamente el asunto, para provecho propio, porque cuando se trata de los propios negocios, los que pertenecen al mundo son más listos que los que pertenecen a la luz. ¿Será porque todo vale, como cuando nos valemos de la “viveza criolla”, para beneficiarnos? Seguramente surgirán muchos ejemplos en la vida de cada uno, para ejemplificar esto… Pertenecemos al mundo…
Continuamos la lectura y otra aseveración seguramente nos confunda otro poco: “Les aconsejo que usen las falsas riquezas de este mundo para ganarse amigos, para que cuando las riquezas se acaben, haya quien los reciba a ustedes en las viviendas eternas”. ¿Será que nos aconseja el uso de los bienes materiales para ganar amigos, para solidarizarnos, para compartir, para ayudar? Es posible… Estaría relacionado con ejercer una buena mayordomía de los bienes que están a nuestro alcance, pensando en quienes nos rodean y en la naturaleza toda.
Es al continuar el relato cuando cada cosa queda en su lugar: “El que se porta honradamente en lo poco, también se porta honradamente en lo mucho” “No se puede servir a Dios y a las riquezas”. El mayordomo astuto se servía a sí mismo, y la ayuda que prestaba al realizar la maniobra en provecho propio, pensando en su futuro, tenía como centro su propia persona. No era honrado: sus acciones lo beneficiaban a él, en desmedro del resto, en complicidad permanente. Es un ejemplo del alejamiento de las enseñanzas de Jesús, de la ética cristiana.
¡Que tengamos buena mayordomía de las pocas o muchas riquezas de este mundo que nos toca administrar!
Estela Amúz
Iglesia Evangélica Valdense de San Salvador