Lee en tu Biblia: Juan 6.35, 41-51.
Hace años encontré en una pared un grafiti que decía “Mientras hay vida, hay esperanza” allí estaba acompañándome todos los días en el viaje de regreso de la facultad de teología. Al cabo de un tiempo alguien escribió respetuosamente más abajo “mientras hay esperanza, hay vida”. Y si aquella me gustaba, ésta me parecía mucho mejor, más certera. He visto demasiada gente desahuciada, rendida, hasta derrotada que colgó la toalla y ya no vive, sólo dura, se acomoda.
El evangelio que hoy compartimos dice “quien cree tiene vida eterna” (v. 47) y no se trata de una creencia largada al voleo, a “por las dudas”, a lo primero que se cruce, sino de creer en Jesucristo y más aún creerle a Jesucristo. Al final y al cabo creer en Jesucristo y no seguirlo es peor que no creer.
Ese Jesús que es “pan de vida” se da, se ofrece a una humanidad hambrienta pero al mismo tiempo ensimismada en repetir recetas de muerte. Jesús es pan de vida pero una vida que sabe tan distinta a la que vende el mundo y a la cual nos hemos acostumbrado a valorar y soñar que nos resulta extraña, rara.
El Reino de Dios tiene serios problemas de marketing. Para empezar, algo que es bueno no puede “darse” tiene que venderse, debe ofrecer versiones básicas, premium y hasta exclusivas para que queden claras las jerarquías de sus consumidores.
Además, “más vale malo conocido que bueno por conocer” y entonces, ¿para qué cambiar? Preferimos esta vida en cuotas con fin de desastre cantado a asumir las responsabilidades propias y exigir que los “peces gordos” asuman las suyas. Pero como a esto lo vemos difícil y lejano y, además en secreto soñamos sentarnos en esa mesa, dejamos aquello en el olvido. Pero eso sí, nos ponemos religiosos y deseamos un “milagro” que cambie la suerte, a veces hasta creyendo inexplicablemente lo que no sabemos que no será.
“¿Por qué gastan el dinero en lo que no es pan, y su trabajo en lo que no sacia? Óiganme atentamente, y coman del bien, y se deleitará su alma con grosura.” (Isaías 55:2) preguntaba y exhortaba el profeta Isaías a su pueblo y parece que no pierden vigencia. Jesús es el pan de vida, su Reino de Dios es vida para toda su creación, ¿que tal si lo probamos?
Darío Barolin