Antes de aprender sobre los hechos relevantes de los valdenses, cabe preguntarnos: ¿Sabemos realmente la historia de los inicios de la Iglesia? AQUÍ podrás descargar un Curso de Historia de la Iglesia Cristiana.
LOS VALDENSES
La Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata celebró y recordó, en el año 2008, sus primeros 150 años de vida en estas tierras de Uruguay y Argentina. El 2008 recuerda la llegada y establecimientos de las primeras familias inmigrantes provenientes del Piamonte (Italia), miembros de la Iglesia Evangélica Valdense, a la zona de La Paz, en el departamento de Colonia. Desde este comienzo la inmigración se acrecentó, y en una segunda etapa se diseminó por distintos puntos del Uruguay y de Argentina.
Los valdenses surgen en el siglo XII en el sur de Francia como movimiento cristiano buscando la autenticidad del Evangelio a través de la predicación itinerante, lo que les cuesta la separación de la Iglesia Católica Romana. Se diseminan por Europa, siendo duramente perseguidos en Francia e Italia y se instalan con mayor concentración en los valles alpinos del Piamonte en Italia.
Estos Valdenses eran laicos católicos que reivindicaban el derecho a predicar el Evangelio sin ser sacerdotes. Por ello serán excomulgados hacía el año 1184; comenzando a partir de allí un tiempo de persecución, robos, torturas, juicios, ejecuciones y masacres. Para escapar de un exterminio total se refugiaron en una zona montañosa de los Alpes (norte de Italia), conocida hasta hoy como “valles Valdenses”.
Adhieren a la Reforma Protestante en un Sínodo (asamblea) en 1532 y dejan de ser movimiento para transformarse en Iglesia Valdense, construyendo templos y capacitándose más en teología, sin dejar de sufrir persecuciones. Esta situación perdura hasta 1848, fecha de la proclamación del edicto de Emancipación del rey por el cual los valdenses acceden a los mismos derechos civiles y políticos de sus conciudadanos. Esta nueva situación permite, entre otros hechos importantes, la posibilidad de emigrar, considerando las dificultades económicas por la superpoblación de los valles y años de malas cosechas.
En estas condiciones llegan al Río de la Plata, en grupos, a partir de 1858, con el deseo de trabajo pero también con la voluntad de mantener y estimular la formación cultural en un nuevo medio. Pronto vienen pastores y maestros para las nuevas generaciones que son numerosas.
PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE NUESTRA VIDA DE FE
La Palabra como fundamento. La Biblia como Palabra de Dios es traída por los migrantes, entre las escasas pertenencias, leída y estudiada en familia y en los encuentros comunitarios.
La proclamación libre de la Palabra de Dios, sin condicionamientos, hoy se lleva a cabo en cultos, estudios bíblicos, devocionales, escuelas bíblicas para niños/as, cursos de capacitación.
La Palabra nos enseña, nos interpela, y todos somos protagonistas, tanto en la lectura como en la interpretación y su puesta en práctica.
La tierra y su vinculo con ella como espacio para la vida es fundamental.
Ella es sentida como don de Dios, por ello todavía en muchas comunidades se celebra la fiesta de gratitud o de la cosecha.
Ese sentir nos compromete en el esfuerzo por respetarla y cuidarla como espacio de vida. También defendemos el arraigo a la tierra y el derecho a vivir en ella y de su producción. Su cuidado es en tanto don de Dios, que debe permitir nuestra vida y la de quienes vengan después de nosotros y nosotras.
Siglos de persecuciones nos han forjado amantes y respetuosos de la libertad.
Esa larga lucha por la libertad negada, nos hace respetuosos de la libertad de los demás. Por ello nunca pretendemos imponer ni proclamar nuestros pensamientos con la pretensión de verdaderos o exclusivos.
Entendemos la diversidad como un don de Dios y una posibilidad de enriquecimiento mutuo.
Buscamos el encuentro con otros y otras, afirmando una clara vocación ecuménica.
Desde la instalación de las primeras familias valdenses es manifiesta la prioridad de la educación, generando escuelas en los templos.
Estos emprendimientos fueron pasado a manos del Estado. Desde entonces, los valdenses se han preocupado por brindar actividades formativas, para niños, adolescentes, jóvenes, en pro de propiciar un protagonismo social, promoviendo actividades recreativas, deportivas, culturales, encuentros sobre temas de interés, campamentos. El objetivo ha sido y es, la formación en valores como el respeto, la solidaridad, la búsqueda de la justicia, una cultura de paz y compromiso activo en la vida social.
El largo tiempo de sufrimiento y pobreza vivido por nuestros antepasados, nos da un perfil de austeridad, pero también de una búsqueda constante de la fraternidad humana como forma de llegar a situaciones de mayor justicia.
Es así que se han propiciado emprendimientos cooperativos, espacios de ayuda mutua, como también el ejercicio de la solidaridad hacia quienes más lo necesitan, sean niños, niñas, ancianos, familias afectadas por dificultades en la salud, la vivienda, la alimentación, la falta de trabajo.
El canto comunitario y el canto coral constituyen una vocación especial por medio del cual se da testimonio evangélico.
Cuando los valdenses llegan al Rio de la Plata, junto a sus biblias traen el Salterio (los 150 salmos y otros cánticos bíblicos, como el Cántico de María, el de Simeón y otros) con letra y música.
Luego vino la edición de un himnario en castellano, y los más actuales junto a otras iglesias. Así también se fueron incorporando ritmos e instrumentos de nuestro contexto rioplatense y latinoamericano.
Tanto en cultos como en encuentros de canto, constituye la expresión de nuestra fe.