Reformar o reformarnos. Hoy por hoy ese parece ser el dilema que como comunidades de fe nos ocupa. Vivimos tiempos convulsionados y vertiginosos, dominados por la necesidad de imponernos sobre el resto, ya sea ideológica, material, o físicamente.
Si. Es como si viviéramos en un mundo de competencias y no de convivencias. Ya no somos lo que éramos y no vamos a ser lo que deseamos. ¿Por qué? Porque simplemente nos autosaboteamos. Existe algo en nuestro cerebro que se llama memoria. A través de ella construimos y deconstruimos nuestro futuro. Llevamos ocho siglos haciendo historia, quiero decir, construyendo identidad, deconstruyendo cotidianamente nuestras vivencias.
La reforma que Lutero inició y que los valdenses adoptamos, es una deconstrucción diaria que nos lleva a la libertad, a veces peligrosa, de simplemente vivir. La Reforma nos ha dado la posibilidad maravillosa de decidir sin presiones ni condiciones. En nuestro esquema eclesial democrático todas las voces son escuchadas. De eso se trata. Pero lo que no podemos tolerar es el griterío y el murmullo. Si algo hemos aprendido es a ser pacientes y tolerantes, pero no avasallantes ni tiranos (esto último lo hemos sufrido). Cuando una voz se levanta es porque necesita ser escuchada.
Una voz no es un grito, no es lo mismo, y sin embargo es más lo que gritamos que lo que hablamos. Nuestras comunidades reclaman, nosotros reclamamos, la institución iglesia reclama. ¿Sobran las palabras y faltan los oídos? O será que en la sobreabundancia de sonidos no nos escuchamos (Babel no es lo mismo que Pentecostés, aunque existan pluralidad de lenguas).
La reforma nos dio libertad y oportunidad de cambiar. Somos una iglesia en constante movimiento y cambio y con el orgullo de haber sobrellevado en 800 años varios acontecimientos que nos ayudaron a crecer. Hoy estamos en un punto en el que debemos escucharnos, hablar sin gritar y oír sin interrumpir. Reformar o reformarnos, o tal vez las dos cosas. “Porque el reino de Dios no es cuestión de comer o beber determinadas cosas, sino de vivir en justicia, paz y alegría por medio del Espíritu Santo.” Romanos 14:17
Que la memoria de lo que significa la reforma nos ayude a caminar haciendo camino, aprendiendo y reconociendo nuestro lugar en este mundo. Amén.
Brian Tron
Miembro de Mesa Valdense