RELATO DE UN ENCUENTRO – Página Valdense – Edición mayo 2021

Relato de un encuentro (virtual)

GRUPO 7. Esfuérzate en la Gracia.

Hay encuentros y encuentros. Algunos muy particulares, esperados, sentidos, ansiados. Encuentros de afectos y miradas, de noticias compartidas, de dolores y penas, de alegrías y logros, de vida en movimiento, con altas y bajas, buenas y malas, con un tema de excusa o con un objetivo por excusar. Lo cierto es que el encuentro mismo tiene una previa de varios días, a veces semanas. Hay trabajos por compartir, un proceso personal por realizar, lecturas, trabajos, escritura, y al fin, el compartir, los pensamientos, experiencias, acciones y perspectivas. No siempre se repite el día, el grupo se descubre intentando siempre la mejor coordinación. Los horarios, las actividades, las responsabilidades.  Todo cambia, con vertiginoso devenir, y a veces hay que adaptar posibilidades. Migraciones. Esta vez me voy con el grupo x. Este vienes se va a conectar tal del grupo x. Siempre hay bienvenidas. Siempre hay despedidas. Así son los grupos del Esfuérzate en la Gracia. Este programa osado, atrevido, que desde hace tres años se desarrolla entre hermanos/as de las comunidades valdenses del río de la Plata principalmente.

La tarea previa incluye la lectura de los trabajos. A veces se puede todo, a veces parte, a veces nada. Cada uno/a a su ritmo. Pero siempre con el mismo espíritu de aprender y celebrar en el compartir. La hora señalada llega y la sala se abre, rostros y fotos comienzan a aparecer. Sonrisas, saludos, comentarios. Noticias de la comunidad, de las familias, de las cosas que pasan en la sociedad. Problemas hay siempre. A veces el clima también juega su papel. La alegría de la lluvia, la preocupación de la sequía, el desespero de la inundación, lo ominoso de la tormenta. Las conexiones aumentan. Los diversos lugares se agregan. La Pampa, Palmitas, Entre Ríos, Paysandú, Valdense, Piedras Coloradas y Young, son los que están siempre. Después, pueden agregarse de Rocha, Cosmopolita, Fray Bentos, y aún lejanos lugares como Chile. En el aire de la virtualidad nos encontramos y nos reconocemos uno/a en la diversidad. Un cuerpo extendido en ramificaciones de viento y agua que aletea encendido en el Espíritu. ¿Cómo es posible el milagro de estar tan lejos y de sentirse tan cerca? Lo humano relativiza la geografía. La física es un obstáculo menor cuando el Resucitado hace de las suyas y genera traviesas coincidencias en la práctica, el pensamiento y la acción de sus secuaces. Así, las experiencias se comparten, las alegrías se multiplican, y los problemas se analizan con sentido, poniendo límites a la angustia y la oscuridad, que lastimosamente siempre existen, pero se conjuran en la fuerza comunitaria que privilegia la vida, el bien, el hacer y el testimonio.

Nunca está ausente la realidad, los contextos. La misión es siempre en relación a ese mundo tan lleno de iniquidades, injusticias y desamores que da lástima. Un mundo al que desde lo chiquito de una semilla de mostaza empezamos a cambiar con porfía creyente. En el trabajo de una escuela bíblica, un grupito de adolescentes, un manojo de voluntades que se afilian a la idea de que siempre es posible hacer algo por el prójimo/a, un grupete de tejedoras que afinan sus manos en la lana gorda que abriga un alma aterida. Siempre hay tanto para comentar. Siempre hay tanto para compartir. Desde la pregunta inicial sobre la temática del día, en el devocional de arranque o la oración y el canto del final, el espíritu comunitario sobrevuela y alienta, calienta, aconseja, consuela, descubre, reflexiona, se asombra, se ríe, motiva y adora, en la vibra sencilla y profunda de un evangelio hecho práctica en lo cotidiano.

El tiempo vuela raudo en lo sentido de un encuentro. Y si la conectividad no ayuda, y si se cae alguna señal, y si la tecnología nos juega una mala pasada, siempre queda el recurso del teléfono para aclarar en el grupo si pasó algo, si alguien tuvo que salir o si se cortó la luz. Por supuesto, los detalles culturales y pintorescos siempre están. El mate circula de pantalla en pantalla. Alguna galletita nunca falta. ¡En invierno el chorizo seco o un quesito pa´ picar siempre aparecen! Algún cumple nunca se pasa por alto, lo sencillo de la vida siempre está, como algún que otro gato cruzando por la pantalla o un perro ladrando a la luna llena para escarnio de los micrófonos.

Cuando el tiempo promedia lo prudencial, llega el tiempo de la despedida, no importa si se terminó o no con el tema. Casi nunca se termina. Siempre quedan cosas por hablar, como siempre quedan tareas pendientes y desafíos planteados, que movilizan, que motivan, que desapaciguan la vida para bien. La guitarra es casi siempre protagonista. La oración cantada nos despide en un mar de sonrisas y abrazos. Hasta la próxima. Los deseos se superponen. La gratitud por lo vivido se derrama generosa en notas cálidas que resbalan por los teclados y se esconden en los ratones llamados por fin al reposo. ¡Hasta la próxima! La seguimos por el WhatsApp. ¡Que pasen lindo! Un encuentro más termino, un encuentro más, que no es más que un encuentro, ¿o sí lo es?

Marcelo Nicolau

Pastor valdense en Paysandú

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