Leemos en nuestra Biblia: Marcos 1:29-39
Cuando encontramos a Jesús realizando milagros y sanaciones no dejamos de sorprendernos por el alboroto que causa y las simpatías o rechazos que genera. Si leemos en nuestras biblias el libro de Marcos encontramos que en pocas líneas ya lo tenemos ejerciendo su ministerio, con pocos detalles de sus primeros años. De la profecía pasamos al bautismo, de ahí a las “tentaciones” y ya lo encontramos predicando y haciendo de las suyas. Ayudando a quienes mas lo necesitan, desafiando a las autoridades y revelando el poder de Dios entre la gente. Esa misma gente que hacía años venía esperando que Dios se revelara.
El grupo íntimo de Jesús lo cuidaba con recelo y mas bien con egoísmo. El simple hecho de realizar milagros, sanaciones, expulsar demonios y quien sabe que otras cosas mas era suficiente para generar divisiones y enfrentamientos, ya sea por convicciones (cuestiones de fe) o por egoísmo (como mencioné antes). Cualquiera que estuviese en ese momento al lado del maestro bien podría autoproclamarse dueño de una verdad revelada a pocos entendedores y por ende salir a predicar “en su nombre”.
Los seres humanos tenemos esa cualidad autodestructiva de ponernos de un lado o del otro sin analizar objetivamente lo que vemos, escuchamos o decimos. Nos adueñamos de una verdad universal y la privatizamos y usamos de ella de acuerdo a nuestros mezquinos criterios.
Uno de los pilares fundamentales de mi fe es la elección que Dios ha hecho de mí y no yo de él. Porque si bien podría haber tomado otro camino, lo que Dios me ofrece va mas allá de mis razonamientos. Y en el ámbito institucional pasa lo mismo. No se si podría ser otra cosa que no ser valdense. Es lo que creo, es lo que me anima día a día y es lo que me impulsa a seguir una verdad revelada en rebeldía. Si. Es bueno cuestionarse a diario, interpelarse, enojarse y compadecerse de uno mismo. Si solamente obedecemos lo que nos dicen ¿con qué criterio vamos a crecer como personas?
El vivir en rebeldía no implica enojarse y presentar batalla a lo que no nos gusta, todo lo contrario. Es aprender, aceptar, tropezar, levantarse, erguirse orgullosos y orgullosas de lo que somos. Leamos bien el texto, Jesús no miró a quién ayudar, lo hizo y punto. ¿Por qué nosotros sí miramos a quién ayudar y con quién juntarnos? ¿Dónde está la tolerancia y la posibilidad de abrir nuestros corazones a las personas más desprotegidas de esta sociedad?
Todo nos irrita, nos molesta y nos separa. ¿Será que no estamos leyendo bien el texto? Hagamos un esfuerzo y entendamos que somos nosotros y nosotras quienes más necesitamos ayuda. Usemos la oración por todas y todos. Amén.
Brian Tron
Comunidad de Colonia Belgrano, Santa Fe, Argentina.