NOTA PRINCIPAL – Página Valdense – Edición diciembre 2020- enero 2021

Sembrar comunidad, cosechar futuro

Foto: Juan Pablo Barrientos

Nos ha tocado transitar un año revuelto. La crisis social, sanitaria y económica agravada por la pandemia del Covid-19, ha dejado al desnudo las estructuras de un sistema injusto e inhumano, pero la solidaridad y el amor del pueblo se pusieron de pie para sostener la vida y a pesar de las dificultades, muchxs enfrentamos uno de los peores momentos de nuestra historia con oración, organización, alegría, lucha colectiva y trabajo comunitario, convencidxs de que, si sembramos comunidad, cosechamos futuro.

En este tiempo de adviento, preparamos nuestros corazones para celebrar el nacimiento de aquel niño, que igual que muchxs hoy, en nuestra Latinoamérica no tienen lugar donde nacer ni vivir. Un tiempo donde somos llamadxs a hacerle lugar a la vida, resistiendo todo proyecto de muerte, planificando la esperanza de un mundo nuevo.

La espera del nacimiento de Jesús, escondido en el vientre de María, aquella joven que enfrento los poderes patriarcales de su época, debe ser un llamado a reconocer la lucha de las mujeres que abrazamos proyectos liberadores, resistiendo la opresión y luchando por una vida digna, libre de toda violencia y explotación.

El parto subversivo y la exclusión representada en el pesebre bajo el «mando, comando y control» de Herodes, nos invita a pensar en la desigualdad, exclusión y marginalidad de muchos territorios donde la vida de formas subversivas intenta nacer y nos anima a ubicar simbólicamente el nacimiento de Jesús en nuestros días. Sin dudas que el GPS nos llevaría donde la vida no tiene lugar o está amenazada, a los ranchos arrasados por las topadoras en Guernica, a las barriadas populares o los territorios urbanos y rurales olvidados. Y allí, en los espacios comunitarios que sostienen la vida, veríamos nacer a Jesús sostenido por los brazos de amor y trabajo de las mujeres, mientras las ollas humean, las doñas improvisarían el pañal, lxs trabajadorxs de la economía popular ofrendarían los juguetes de madera de la cooperativa y ¡el barrio se convertiría en fiesta!

Al celebrar el nacimiento de Jesús en el contexto que vivimos y hacer una hermenéutica histórica del relato bíblico: encontramos una clara invitación a seguir cultivando la esperanza, a tejer una nueva trama de la vida, abrazando su proyecto liberador, construyendo su Reino de justicia en cada rincón de nuestra patria; donde la fe en su diversidad sea la fuerza motora que nos conduzca a construir signos de que un mundo nuevo y habitable para todxs, ¡es posible! Encontramos un llamado a vivir la fe en comunidad, a romper las barreras de los dogmas y el corset de la necesaria institucionalidad, a salir de nosotrxs mismxs y convertirla en esperanza colectiva, en discurso político, en amor eficaz y quehacer verdadero junto a lxs débiles de la tierra, lxs humildes de nuestra patria.

Es tiempo de parir nuevas formas de relacionarnos, de construir proyectos políticos y económicos emancipatorios que pongan la dignidad de todas las personas y el cuidado de los bienes comunes en el centro de la mesa, impulsando en los territorios experiencias ecuménicas comunitarias animadas por el sentir revolucionario de amar al prójimx, desde las periferias, desde abajo hacia arriba, hombro con hombro, espalda con espalda, para cambiarlo todo de raíz; desaprendiendo las prácticas y lógicas vetustas, poniendo en práctica la pedagogía del Nazareno, con su presencia y ternura como horizonte.

¡Que, en esta Navidad, nazca la vida! Que sea su espíritu el que nos siga transformado en comunidades abiertas con una misión encarnada y en personas nuevas y libres, que nos vayamos encontrando para ir haciendo camino juntxs, convencidxs que la revolución del evangelio es posible!

 

Agustina Tamar Guerreros

Integrante del Equipo Pastoral de la Comunidad Evangélica Fe y Vida.

Integrante de la Mesa de Coordinación Nacional de la Pastoral Social Evangélica.

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