Apuntes de la Directora
Ya estamos en marzo, y, ahora sí, el año comenzó de lleno. Empezamos a volver a la rutina, a nuestras actividades y compromisos. Eso significa que pasaron las fiestas, el verano, las vacaciones, y también una nueva asamblea sinodal…
En esta edición del sínodo temático se percibió un ambiente diferente a las anteriores –al menos de esta modalidad-, creo que en parte fue porque se logró conectar a nuestras comunidades, y sobre todo se dialogó muchísimo. El hecho de encontrarnos es una oportunidad única, y aún más la posibilidad de sentarnos en una ronda a conversar sobre temas que nos preocupan y nos ocupan, sobre todo si son temas que no nos animamos a enfrentar, incluso ni siquiera a hablar de ellos. Pero en esta asamblea algo diferente se percibía en el aire… en los abrazos, en esos pequeños gestos de cariño.
Personalmente creo que fue el diálogo lo que permitió crear este clima. Un diálogo sincero, genuino. Nos olvidamos por un momento de cuán diferentes somos y nos centramos en conversar sobre lo que sentimos, lo que nos pasa. Cuando una persona habla de sentimientos –quién es, cómo se siente, qué le pasa-, considero que no hay nada que podamos cuestionarle, lo único que podemos hacer es prestarle atención y escucharla… acompañarla. Eso sentí que pasó en este sínodo, nos acompañamos –aún sin haber participado de lleno en el taller-.
Ser comunidad, al menos para mí, hoy, significa eso: acompañarnos; sabernos diferentes, saber que tenemos distintas ideas, propósitos, proyectos, maneras de vivir la fe… pero, saber también que algo más grande que todas esas diferencias, nos une, nos abraza, nos hermana.
Un mensaje de whataspp. Un simple pero sincero: “¿cómo estás?”. Una sonrisa inesperada. Un “te quiero” sin tapujos. Un abrazo de esos que te cambian el día -o la vida-. Una llamada para hablar de ‘nada’, que siempre es más que eso. Una mirada que trasmita amor, paz. Una charla de las que se dan pocas veces, pero son tan profundas que no queres que terminen. Una visita, como las imprevistas: “pasaba por acá” pero también las que son planificadas por algo en especial… gestos de amor, gestos nobles y desinteresados. Diferentes formas de acompañar.
Estamos redescubriendo una manera de ser comunidad, porque estamos avanzando en un camino de diálogo donde se permita el disenso. Este sínodo –con el trabajo en grupos- nos demostró una vez más que podemos y debemos escucharnos, simplemente porque todxs tenemos cosas importantes que decir.
Estamos aprendiendo, estamos caminando… y es por eso que se vuelve indispensable que nos acompañemos, que podamos charlar de temas y situaciones complejas que vivimos –a nivel personal pero también comunitariamente-, es necesario que nos escuchemos sin juzgarnos.
Que Dios nos guíe y cuide en ese caminar que genera incomodidades y dolores. Que nos una en pequeños gestos de amor, nos abrace cálidamente y nos hermane. Que nos de sabiduría para acompañar y para dejarnos acompañar.
El 8 de marzo es el Paro Internacional de Mujeres, donde se visibiliza la lucha de muchas mujeres que decimos basta a la violencia machista y patriarcal que se manifiesta de muchas maneras, incluso de algunas que todavía nos cuesta y nos duele descifrar. Este 8M, al igual que todos los días, luchamos por cada una de nosotras y por todas.
Que Dios nos guíe, como comunidad que intenta dar pasos firmes y certeros, en el camino hacia la libertad y vida plena para todxs.
Daiana Genre Bert