Sábado 24 de febrero de 2018
La partida de algunos/as amigas y hermanas en la fe nos recuerda que la felicidad está hecha de «instantes» y depende tanto de hechos exteriores como de la manera que ellos, o su falta, influyen en nuestro mundo interior.
La actitud ante el dolor, el sentido del deber, la prioridad del honor, la aceptación de la humanidad con sus grandezas y miserias, es una herencia antigua que existe desde más de trescientos años antes de la predicación temprana del Evangelio, tal vez desde aquella intervención del apóstol Pablo en Atenas (Libro de Hechos 17).
El estoicismo era una escuela de ética (conducta) que iba formando la moral(costumbres) y se reflejaba en la vida de los maestros populares con el testimonio de su propia vida. La variedad de «topos»(espacios) presente en el»sermón del monte» sería un ejemplo de esa coherencia. Enseñaban al aire libre, en lugares accesibles para maestros itinerantes que siempre encontraban una audiencia interesada, y se los conocía como «estoicos» («estoa» significaba «pórtico»). Algunas de sus enseñanzas se trasmitían en dichos cortos y fáciles de memorizar y de trasmitir: «soy hombre, y nada de lo humano me es ajeno», «vivir se debe la vida, de tal suerte que viva quede en la muerte».
El remate del evangelio de Mateo (7.28 y 29) bien podría aplicarse a sus maestros «Se admiraban de su doctrina, porque enseñaba con autoridad, no como los maestros que sólo repetían». Esta época de Cuaresma es apropiada para un repaso del estilo de vida de Jesús y lo que se espera de sus seguidores/as, ya que la resurrección del Señor y la presencia de Su espíritu en todas las generaciones le da a Sus palabras y hechos la eternidad por la que suspiraban los estoicos …El «verdadero» ayuno pascual nos lo recuerda:
Día de ayuno
Jesús les dijo:
“Mi comida es que haga la voluntad
del que me envió” .Evangelio según San Juan 4:34
Quiero ayunar, Señor, cual ayunaste.
Ayunar de violencia dando paz.
Hacer ayuno de la indiferencia,
amando a aquellos que no me amarán.
Quiero ayunar, Señor, cual ayunaste.
Ayunar de los ritos sin calor.
Ayunar del hablar sin compromiso.
Hacer del pan un bien de partición.
Quiero ayunar Señor, cual ayunaste
de aceptar la injusticia y el dolor,
el mundo como está y los poderosos.
Proclamar el Reino nuevo del amor.
Quiero ayunar, Señor, cual ayunaste
de dividir los seres por su piel,
su religión, su género o fortuna.
En cada humano quiero hermanos ver.
Quiero ayunar, Señor, cual ayunaste
de callar la buena nueva del amor
y de sumarme a la anti-vida silenciosa.
Quiero dar voz a los que no tienen voz.
Quiero ayunar, en fin, como el muchacho
que te entregó el zurrón con pez y pan.
Sé que en Tus manos este pobre ayuno
se volverá pan vivo de la eternidad.
(PARA TI Y LOS DEMÁS p.108)
Domingo Ferrari, pastor Metodista emérito
Colonia Valdense. Depto.Colonia. Uruguay