Intercambio coral y comunitario entre Uruguay e Italia:
En el marco de los lazos históricos y comunitarios entre las áreas de la Iglesia Evangélica Valdense rioplatense e italiana, se vivió un intercambio profundamente emotivo y transformador entre integrantes del coro de la comunidad de Colonia Cosmopolita y visitantes italianos-as. Durante la segunda quincena de abril, el grupo recorrió algunas obras de servicio y comunidades de Uruguay. Compartimos una charla con Carlos Negrín, y Sonia Benech, como parte de la delegación organizadora.

Este encuentro fue el resultado de una historia que comenzó tiempo atrás, en 2020, cuando el grupo de canto popular Viento Sur de Cosmopolita, recibió la invitación enmarcada en un proyecto presentado al Otto per Mille para visitar las comunidades de los Valles Valdenses en Italia. La pandemia obligó a postergar los planes, pero el anhelo se mantuvo vivo y se concretó en febrero de 2024. Al viaje, se sumó el coro valdense de Cosmopolita, unas 20 personas pudieron disfrutar de la experiencia.
Como compartió Carlos Negrín, integrante de Viento Sur, del coro y organizador del encuentro:
“Tras la experiencia de la visita a los Valles en 2024, nació el deseo de que los hermanos y hermanas italianas también conocieran la realidad de nuestras comunidades. La visita se concretó a poco más de un año de aquel primer viaje, y fue organizada en conjunto por el coro, la comunidad y la ayuda especial de la pastora Carola Tron, quien fue clave en el diseño del itinerario.
Uno de los principales objetivos fue que los visitantes pudieran conocer de primera mano algunas de las obras de servicio que reciben apoyo desde Italia, y así destacar la relevancia que tiene ese acompañamiento económico en la vida concreta de las personas.
Durante su estadía, el grupo recorrió varias comunidades y obras de la IEVRP, como el Poder Sarandí, el Hogar Nimmo, el Hogar para Ancianos, el Centro Emmanuel, el Parque 17 de Febrero y también la zona del Este, hasta Palmares de la Coronilla. En cada parada, se compartieron momentos de espiritualidad, cultura y afecto.

Cinco palabras para un viaje
Los visitantes trajeron consigo una propuesta artística y devocional centrada en cinco palabras clave, en torno a las cuales reflexionaron y cantaron, generando profunda emoción. “La verdad que fue un espectáculo precioso de ver, con mucho contenido, muy emotivo. A nosotros y nosotras que somos descendientes, nos toca, porque todo lo plasmado dejó un mensaje muy rico”, relató Sonia.
La música fue sin duda el hilo conductor de este intercambio, pero lo que realmente quedó como huella fue el testimonio de vida compartida, el compromiso mutuo y la fe vivida en comunidad.
Además, se vivieron momentos de integración cultural con comidas compartidas, cantos en italiano y en español, y la calidez del hospedaje en casas de familia y espacios comunitarios. “Una queda distinta. Es algo especial. No sé bien cómo explicarlo” acotó Sonia.

El movimiento en la comunidad
La vivencia confirmó que los intercambios no solo enriquecen a quienes viajan, sino que movilizan a toda la comunidad: “Parece que organizamos todo para que ellos conozcan nuestra realidad, pero genera un movimiento en las dos partes… es una forma de decir ‘esto es lo que somos y esto es lo que elegimos mostrarte’”.
Estos encuentros, sin dudas, generan movimiento, sacuden la rutina. A veces hace falta que algo distinto ocurra para que la comunidad se active. Como decían ellos allá, “gracias a estas visitas el clima cambia, la cotidianeidad se transforma, se renueva.”
Este intercambio, más allá de ser una experiencia puntual,“fue mucho más allá de mostrar nuestra identidad; fue una oportunidad para reconocernos, compartir quiénes somos y encontrar puntos en común.” Abrió caminos a futuras iniciativas. Tanto a nivel musical como espiritual, el lazo quedó tendido. Ya comenzaron a circular nuevas canciones, se compartieron materiales devocionales y quedó el deseo profundo de un reencuentro: “Yo creo que esto es el comienzo de algo que ojalá no se termine, que se pueda seguir compartiendo”, dijo Carlos.
Más allá de las distancias geográficas o las diferencias idiomáticas, lo que primó fue el deseo genuino de compartir. De encontrarse. De dejarse transformar por el otro. Porque los intercambios no son solo experiencias pasajeras: son oportunidades que marcan. Que fortalecen vínculos. Que despiertan el sentido de pertenencia. Y que siembran el deseo de seguir construyendo comunidad, a través del arte, del trabajo, de la espiritualidad y de los afectos.
Esta experiencia fue, sin duda, un testimonio vivo del poder que tiene la música para unir. Y del valor incalculable que tienen los encuentros cuando se viven desde el compromiso, la hospitalidad y la fe compartida.
