Leemos en nuestra Biblia: Lucas 21:25-36
“Va a cambiar el tiempo nos dijo la abuela,
porque han florecido los tepui chatay,
van a cambiar no ven que las hormigas vuelan
y el viento esta dulce de Niñorupah.
(…)
Ese era el lenguaje sabio de la abuela,
que se hizo en la escuela de un pueblo arandú.
Va a cambiar, es cosa de tener paciencia,
esa vieja ciencia de los porhiajú.”
“Avío del alma”. Los de Imaguaré
Este domingo iniciamos el tiempo de Adviento, y sabemos que es un tiempo de espera, de prepararnos para recibir a aquel niñito pobre que ha de ser nuestro salvador. Pero ¿qué nos dice hoy este tiempo de Adviento, en este tiempo de pandemia?
Además, comenzamos con este texto sabroso de Lucas, un discurso apocalíptico de Jesús. Cuando venga el Hijo del Hombre, el cosmos entero se conmoverá, habrá señales en el sol, la luna y las estrellas, tronarán los mares y se estremecerán los poderes de los cielos.
Estas imágenes representan cambios profundos, que han de irrumpir, poniendo fin al tiempo humano, para inaugurar otro tiempo, radicalmente distinto, el tiempo de Dios.
Y Jesús nos invita a ser partícipes activos de este nuevo tiempo, estando atentos/as a las señales que hay a nuestro alrededor. Podemos notar que este tiempo de pandemia se está caracterizando en que nos hacemos preguntas, de diverso tipo: preguntas sobre el sentido de nuestras vidas, preguntas sobre la muerte, preguntas sobre cómo funciona la sociedad, sobre el cuidado del medio ambiente, preguntas sobre nuestra fe, nuestras iglesias, y otras muchas preguntas.
Es evidente que vivimos un tiempo de cambios, e incluso de cambios profundos. Algunas señales nos dan miedo, otras nos dan alegría, y vemos que el tiempo que hemos vivido no va a ser el mismo, no va a ser igual que antes de la pandemia.
En todo caso, Jesús nos desafía a preparar nuestros corazones, a que no caigamos en la trampa de la codicia, del “sálvese quien pueda”, sino que debemos estar en comunión con el otro y la otra, es un tiempo de mano fraterna y de solidaridad con el prójimo, y de oración y diálogo profundo con Dios. Amén.
Pastor Eduardo Obregón
Comunidad de El Sombrerito, provincia de Santa Fe, Argentina.