Leemos en nuestras Biblias: Juan 20:19-23
“Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos y les dijo: ‘¡La paz sea con ustedes!’ Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho de ver al Señor.
Jesús les volvió a decir: ‘¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, así los envío yo también.’ Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ’Reciban el Espíritu Santo: a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos’”.
Juan 20, 19-23
“Cuando era adolescente, iba a la Obra Ecuménica; eso fue re importante para mí. En casa había mucha violencia. Mi viejo es albañil, pero mi hermano es un vago. Tengo dos nenas; ocupé un terreno acá, en el balneario, y me hice una casita de barro. Me separé del padre de las nenas porque me trataba mal. Hago jardines y podas; cuando puedo, hago algún curso de agroecología, y estoy en la Red de Semillas. Tenemos que apostar a las plantas nativas. Ahora, con otras mujeres, recibimos una tierra del estado para trabajarla”.
Conociendo el entorno barrial de la joven, impresionado por su relato, no puedo evitar preguntar cómo ‘zafó’, cómo logró salir adelante.
“Una y otra vez me encontré con gente que me trató de manera diferente, que me dio una mano, me enseñó y me invitó a compartir su mesa. Por eso estoy ahora acá y sigo luchando.”
…Brindar un trato diferente, compartir saberes y sueños… Mensajeros de la paz de Dios; algunos/as, como contaba la joven, sostenidas/os por el Espíritu Santo en la fe que el Resucitado venció el mal y la muerte.
Pequeños gestos y pocas palabras, le ayudaron a liberarse de pesadas cadenas y le contagiaron la esperanza de ‘que otro mundo es posible’.
Jorge Gerhard
Pastor emérito de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata