Afianzando la tarea diacónica en las comunidades urbanas

Se realizó el segundo Encuentro Rioplatense de Pastoral Urbana, desde el 14 al 16 de marzo en las instalaciones del Centro Emmanuel, Colonia Valdense, Uruguay, con la participación de referentes de comunidades urbanas de Argentina y Uruguay y la presencia de 3 talleristas que compartieron su experiencia para poder profundizar y repensar el camino.


“Hablamos de pastoral urbana cuando pensamos en cómo ser Iglesia en la ciudad, cómo salir al cruce de las situaciones y los contextos, y también de cómo nuestros propios contextos van transformando a la Iglesia, construyendo espacios donde podemos encontrarnos, estar en comunión, pensar la solidaridad de manera más organizada, pensar la acción social que es la diaconía, la comunión, la justicia, pensar en ese horizonte último en el llamado, en la invitación de Jesús, a ser Iglesia, sobre todo a recordar que no estamos solos ni solas. Una de las cosas que vimos en estos días de encuentro es que en las ciudades también vemos muchas fotos de dolor de personas que están o se sienten solas, aún en medio de la urbanidad. Así que es un desafío también salir de esos encierros y compartir para poder sacar a flote nuestros sueños y encontrar las maneras de articular y construir desde ahí”, profundizaba Carola, integrante del equipo de Pastoral Urbana (PU).

Este encuentro es parte del trabajo que lleva adelante el Equipo de PU, y se enmarca en una de las prioridades indicadas por las asambleas sinodales de los últimos años. Actualmente, son parte de este proceso las comunidades de Reconquista y de Paraná, en el norte argentino, de Flores y Bahía Blanca en el sur argentino; y en Uruguay, en Paysandú, Colonia del Sacramento y Montevideo; mientras que el equipo de Pastoral Urbana está compuesto por Melina Wagner de Paraná, Carola Tron de Colonia del Sacramento, y Yanina Vigna de Buenos Aires. 

En esta oportunidad, se desarrollaron talleres que conjugaron el compartir experiencias concretas con el repensar las propias prácticas comunitarias. En este sentido, los tres bloques iniciaron con las experiencias de pastoral urbana en la Iglesia Metodista en Argentina, en Buenos Aires, y un proyecto de la Iglesia Metodista en Uruguay, en Montevideo. “Son inspiraciones para nosotros y nosotras, no son recetas, pero también aprovechando este mes de marzo, nos sirven como impulso para ir hilvanando con otros encuentros, con otras planificaciones de años anteriores”, compartía Carola Tron.

Sobre los talleres

El primer taller estuvo a cargo de la Pastora Viviana Pinto, de la Iglesia Metodista Argentina, quien sostuvo que “es un privilegio poder compartir con gente de distintos lugares de Uruguay y Argentina con estas inquietudes.” Viviana trabajó sobre la experiencia de una pastoral misionera con bases bíblicas para poder comprender por qué hacemos lo que hacemos y poder compartirlo con las comunidades, andar juntos-as en este camino, y también enfrentar los desafíos de la urbanidad y de nuestro contexto para este tiempo.

Para Stefanie Kreher, la segunda tallerista, de la Iglesia Metodista en Uruguay, “compartir y escuchar diferentes experiencias comunitarias de pastoral urbana es dejarnos desafiar como iglesia por estos nuevos proyectos y movimientos que están sucediendo; poder entender la manera en que Dios se expresa en el servicio y nos llama a servir. Este tipo de encuentros son oportunidades para buscar estrategias para invitar a más personas a participar y encontrarnos, y seguir andando en este camino de la esperanza.”

Por su parte, Nicolás Iglesias, también tallerista, compartió la experiencia de gestión, de articulación territorial comunitaria de Espacio VAR y otros proyectos sociales vinculados a esa comunidad en Montevideo. Trabajó sobre la idea de borde, con el texto bíblico que habla de la viuda de Naín, e intentó problematizar la responsabilidad que la pastoral urbana tiene con ese trabajo y el de la iglesia toda. “Si las comunidades se quedan encerradas en sí mismas y miran sólo su ombligo, miran solo para adentro, en realidad se empobrecen. Entonces la pastoral urbana sí es la oportunidad de ir al borde, al encuentro con esas personas también que a veces no se sienten tan identificadas con la institución e iglesia, pero sí con el accionar y con la posibilidad de hacer un voluntariado, un servicio, una acción social diacónica compartida, y la posibilidad de ubicarse en el borde para enriquecer la comunidad de fe”, afirmaba.

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