UN DÍA

Lee en tu Biblia: Juan 3:14-21

Hermoso texto en tiempo de Cuaresma, 2018. Hermoso y desafiante diálogo entre Jesús y Nicodemo acerca del nuevo nacimiento, el envío del Mesías y la respuesta del ser humano, si tomamos como unidad temática el texto de Juan 3:1-21. En la figura y persona de Nicodemo se ven reflejadas todas nuestras dudas, interrogantes, preocupaciones y cuestiones existenciales.

Nicodemo representa al judaísmo de la clase culta. Siente una suerte de simpatía por Jesús; pero, a la vez, miedo: ¿a quién? ¿O a quiénes? A los dirigentes, a lo que puedan pensar, lo que puedan decir, cuánto le podrán criticar . . ., nuestros mismos prejuicios. Por eso se acerca a Jesús ‘de noche’. Nicodemo representa así a las personas creyentes de todos los tiempos. Aquellos y aquellas que tenemos prejuicios “vergonzantes” para aceptar el Evangelio.

Quisiera enfatizar en estos tres puntos que me parecen importantes:

1. Jesús ha venido para que, con su enseñanza, acción, muerte y resurrección se manifieste la Gloria de Dios.
2. La presencia de Jesús es el fruto del Amor de Dios que tiene a todos los seres humanos; es decir, al mundo entero; y ese fruto va a salvar a ese mundo; es el presente de Dios para mostrar su Amor a toda la humanidad.
3. A la humanidad propiamente dicha le toca aceptar o rechazar ese amor. Esa salvación, esa gloria, esa luz, la vida misma hacen hincapié en que esa respuesta es personal.

El texto desarrolla el último punto como momento donde se hace realidad el hecho salvador. Claramente revela que la salvación es iniciativa divina que se ha realizado por medio de Jesús, y que la persona la apropia por su fe, o la rechaza por su incredulidad.

Ahora Jesús puede ser mirado y, con ello, viene la salvación. Mirar a Jesús es sanarse, mirar a Jesús es llegar a la salvación, mirar a Jesús es alcanzar la vida nueva y plena. Por el amor que nos tiene Dios, da a su Hijo amado, lo más preciado nos lo da a nosotros/as, a toda la humanidad para que muera y, luego, resucite . . . Su Hijo es lo mejor, lo más extraordinario.

Aparece una profundidad sumamente radical: una división clara: aquellos/as que rechazamos o aquellos/as que aceptamos por fe el mensaje de Dios. El evangelista Juan es muy claro: en la fe se obtiene la vida; en la negación, se obtiene el juicio condenatorio.

Todo esto pareciera desvanecerse frente a la grandeza de Dios, en la cual se hace realidad el hecho salvífico. Claramente podemos sentir que la salvación siempre es iniciativa divina, también para nosotros/as hoy.

Jesús es en quien Dios concreta su amor y su confianza, puesta en cada ser humano. Nosotros/as nos hacemos uno, una en ese amor y uno y una en esa confianza, o les rechazamos, a través de nuestra incredulidad.

En más de una ocasión, a la hora de buscar transformar nuestra vida, orientando nuestros pasos por caminos más nobles, lo más decisivo no es el esfuerzo por cambiar. Lo primero es abrir los ojos. Preguntarme: ‘qué ando buscando en la vida, descubrir el motivo último de mi vivir diario’.

Podemos tomarnos un tiempo para responder a esta pregunta: ¿por qué huyo tanto de mí mismo, de mí misma, y de Dios? ¿Por qué, en definitiva, prefiero vivir engañado, engañada, sin buscar la luz?

Hemos de escuchar las palabras de Jesús: ‘Aquel que actúa conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se vea que todo lo que hace está inspirado por Dios’.

Nora Justet, Pastora

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.