Apuntes de la Directora
Este mes tuvimos un desafío muy grande, pero también emocionante: recapitular la historia de Página Valdense. ¡Y vaya que no fue, ni es sencillo! Incluso, en tan pocas páginas no se puede entender por completo cómo fueron los procesos de cada una de las publicaciones que, de una manera u otra, forman parte de la historia de esta publicación.
Nuestra intención –como equipo editor- es clara: escuchar voces diversas sobre el surgimiento de Página Valdense, sobre las publicaciones anteriores de nuestra iglesia; no sólo para entender el proceso que transitamos en la actualidad, sino también para seguir construyendo este proyecto que es todxs.
Allá por mediados del 2014, la Comisión Sinodal de Página Valdense llamó a concurso para cubrir el cargo directivo de esta publicación; entre dudas e incertidumbres, sin mucha esperanza, mandé mi curriculum. Era muy joven, tenía muy poca experiencia en este medio… pero no tenía nada que perder tampoco. Una mañana, una llamada de Edu –director anterior – me sorprendió, pero mucho más lo que escuchaba… era la nueva directora. En ese momento, y durante un largo tiempo, no fui del todo consciente de lo que eso significaba. Hoy puedo hacer una lectura o interpretación un poco más profunda de lo que significó esa decisión para nuestra iglesia. Por un lado, elegir a una mujer tan joven; y por otro, sin formación teológica formal -cabe recordar que hasta ese momento, todos los directores habían sido varones y pastores, o estudiante en el caso de Eduardo-.
Quizás muchas personas no compartieron –o comparten- esta decisión, pero desde mi perspectiva fue, claramente, un paso enorme hacia el empoderamiento de las mujeres para ocupar cargos institucionalmente importantes, fue una muestra de apoyo al trabajo y el compromiso de lxs jóvenes, y también significó la apertura de espacios para que más laicxs nos comprometamos a trabajar.
Personalmente, no puedo explicar cuánto crecí gracias a Página Valdense. Entre las cosas que considero más importantes, este proyecto me dio la posibilidad de seguir creyendo en el trabajo en equipo, en el aprendizaje colectivo, comunitario. Gracias a quienes forman –y formaron- parte del equipo editor, aprendí que lo más valioso es que seamos un espacio donde quienes colaboren puedan expresarse libremente, que puedan alzar su voz; es hacer de estas 16 páginas un espacio donde podamos emocionarnos, donde podamos reír y llorar, donde nos podamos desahogar y reflexionar; pero, por sobre todas las cosas, que lo podamos hacer juntxs.
Ese sigue siendo nuestro compromiso, trabajar en equipo para llevarles material que nos permita reflexionar y pensar juntxs. En este sentido, si no permitimos el disenso, ni damos lugar a quien es o piensa diferente; estamos atadxs a seguir pensando, haciendo y diciendo siempre lo mismo, convenciéndonos de que eso es lo mejor.
Que Dios, padre y madre, nos enseñe a acompañar los procesos comunitarios aunque estemos en desacuerdo; que nuestras raíces sean tan sólidas como para permitir flores de todos los colores, tamaños, formas y aromas; que el diálogo sea siempre el camino, y el consenso sea el resultado de un proceso que permite el disenso.
Daiana Genre Bert