CIUDADES DE CONTRADICCIÓN

Los ritmos son intensos en las grandes ciudades. Aquellos/as que hemos vivido o tenido que ir por algún motivo a estos lugares podemos encontrar un ritmo sumamente veloz que muchas veces es violento. Correr de un lado a otro, encontrar ofertas de todo tipo, desde culturales a comerciales, todo se puede conseguir, se puede comprar. Esta situación vuelve de estos lugares atractivos para visitantes en búsquedas de nuevos horizontes, poniendo sus esperanzas en estos destinos prometedores. Sin embargo, muchos/as quedan con las manos vacías; ciudad de pobres corazones como dice Fito Páez.

En estas ciudades podemos encontrar grandes contrastes que rompen a los ojos. Ver alguien que duerme en la calle a la vuelta de un lujoso edificio, lugares exclusivos que solo pueden ser vistos a través de un vidrio por algunos/as, importantes hoteles a tan solo pocas cuadras de asentamientos urbanos, villas en donde familias viven hacinadas, espacios públicos reducidos. Todo esto podemos verlo recorriendo los laberintos de estas ciudades.

Las concentraciones de poder es la contraposición de pueblos pequeños y olvidados, los cuales son el sustento y la posibilidad de existencia de estas metrópolis, en base al sacrificio y el trabajo de quienes no son recordados con fama y honores.

Parece ser que Jesús ve estas contradicciones en las ciudades, particularmente en Jerusalén. Lugar de concentración también del poder político y religioso que es sostenido en base a la explotación de los más humildes. Mientras nadie levante la voz, la rutina continúa, la dinámica persiste, ¿pero qué pasa cuando alguien desentona de ese paisaje? Parece que es eliminado según palabras de Jesús, “Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía?” (Lc 13: 34)

Jesucristo no se va a resignar a que las contradicciones se vuelvan un paisaje cotidiano, a que las desigualdades se vean a plena luz y no se diga nada de ello. No temerá la amenaza de los poderosos de siempre, que buscan acallar su voz en una ciudad que busca devorar esas voces que revindican la dignidad de los más vulnerados/as.

En Jerusalén parecía terminar la historia, parecía triunfar el silencio y el olvido…. En este tiempo de cuaresma, recordemos que la historia no termina donde nos dicen, sino que hay uno que sigue caminando en estas calles grises para dar aliento y soplo de esperanza.

Alfredo Servetti

Estudiante de Teología. Atención pastoral en la Comunidad Valdense de Flores, Capital Federal, Buenos Aires, Argentina.

Publicado en Reflexiones - Pan de Vida.