AMOR PARA CONSTRUIR

Apuntes de la Directora

Después de leer y releer todos los artículos de esta edición, hay dos palabras que resuenan en mí. Realidad y espiritualidad. Ambas aparecen en casi todos los textos centrales, a veces entre líneas… Por ejemplo, el equipo de Conexiones nos comparte un artículo muy interesante, y entre algunas preguntas que guían su reflexión nos vamos a encontrar con la siguiente: «¿qué tipo de espiritualidad queremos tener?». Esta pregunta es el origen de mi reflexión.

Después de mucho pensar -incluso confieso haber hecho un cuadro sinóptico que terminó en una cantidad impensada de flechas uniendo seis o siete palabras en el intento de ordenar mis ideas- puedo decir que esta pregunta me llevo a otras, y las respuestas siguen teniendo relación con el desafío, la búsqueda y el trabajo en pos de una vida plena para todxs. Les cuento el recorrido que hice.

En un primer momento, me encontré preguntándome qué significa la fe en mí vida. La respuesta no fue tan sencilla, intenté buscar respuestas saliéndome de lugares comunes pero en pocas palabras, para mí, la fe es compartir, es ser con otrxs, ser comunidad, sentirme contenida, la fe es esperanza de un mundo mejor, es confianza en un proyecto que tiene como meta la vida plena. Esa plenitud significa Buen Vivir, es decir, tener cubiertas todas las necesidades, gozar de una buena calidad de vida, poder amar y ser amadx, vivir en armonía con la naturaleza. Esa plenitud significa ser libre, tener igualdad de oportunidades, que los derechos de todxs se amplíen. Esa plenitud significa que no exista la dominación ni opresión de ningún tipo. La siguiente pregunta que me hice es ¿vida plena para mí o para todxs? Y claro, sin demora, pensé si puede haber quienes tengan una vida plena mientras otrxs no. Mi respuesta es no, ¿cómo puedo sentirme y vivir plenamente cuando sé que hay personas oprimidas, que pasan hambre o frío, que no pueden ser, ni amar o ser amadxs libremente, y que sus derechos son vulnerados sistemáticamente?

Sin esforzarme vino a mi mente la otra palabra en cuestión: realidad. Si buscamos en el diccionario rápidamente aparecen definiciones cómo ‘todo lo que constituye el mundo real’ o ‘verdad, lo que ocurre verdaderamente’. Ahora bien, ¿quién define lo real? ¿Quién delimita la verdad? ¿’La’ realidad es cuestionable? Creo que es importante sumar el papel de la ‘realidad objetiva’, y también el de los medios de comunicación en su construcción. Nada es fortuito cuando hablamos de medios masivos de comunicación, mucho menos la construcción de las noticias, basta preguntarnos porqué los noticieros están en los horarios centrales. Aquí quiero detenerme. Los medios tienen el poder de construir generalidades –muy cuestionables-, esas mismas que nos llevan a pensar que cualquier persona que conduzca en moto es un potencial ‘motochorro’ –aunque también sabemos que no es ‘cualquier’ persona-. Esos estereotipos calan profundamente en nuestras sociedades, enfrentándonos unxs con otrxs, generando odio, discriminación, xenofobia, e infinitos etcéteras.

Entonces, si existiera la ‘realidad objetiva’ y miráramos críticamente las noticias, posiblemente nos daríamos cuenta que están sembrando una polarización que se contradice con ese versículo tan importante y que aprendemos en la escuela bíblica: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» Quizás sea tiempo de hacer el esfuerzo y comprender que ‘mí’ realidad no es la de todxs, que las oportunidades que tuve no son las de todxs, y que el amor comunitario sana y sostiene. Quizás sea tiempo de abrir puertas y ventanas para brindar ese amor sin esperar nada a cambio, ni pensar en merecimientos o tener juicios de valor. Quizás así descubramos qué es real, porque lo sentimos en la panza, en la piel y en el alma. Quizás así, nuestra espiritualidad se fortalezca y sea una herramienta para construir algo nuevo, distinto, mejor. Quizás así, estemos construyendo una vida plena para todxs.

Daiana Genre Bert

Publicado en Editoriales, Página Valdense.