Lee en tu Biblia: Marcos 12: 38-44
Este es un texto bastante conocido en Marcos, interpretado en las comunidades cristianas desde la generosidad de esta viuda. Y cómo ella en su pobreza extrema entrega todo su sustento, y en particular, en la ofrenda al templo.
Nótese que se habla de dos moneditas, es decir, ella podría haber pensado, doy una y me dejo otra para mí, pero entrega las dos. Poco se habla del contraste del grupo de los maestros de la ley, los cuales Jesús habla directamente de su hipocresía. Recordemos que es tradición del pueblo de Israel desde sus comienzos proteger a los estratos sociales más débiles, representados en la viuda, el huérfano y el extranjero.
“Dios no es un dios parcial, no acepta sobornos y hace justicia al huérfano y a la viuda, ama también al extranjero, y le da pan y vestido.” (Dt. 10.18) Directamente Jesús acusa a los maestros de la ley de devorar los bienes de las viudas, y que por eso serán juzgados más duramente. “No explotes a la viuda ni al huérfano, porque si los hacéis ellos gritarán y yo los escucharé”, dice el libro de Éxodo (22.22.)
Para actualizar el texto, primero, no sigamos interpretándolo desde una manera romántica, dar hasta que duela, sino como lo hace Jesús como denuncia y como anuncio. Para esto, podemos pensar quiénes son hoy estos personajes que aparecen: la viuda, mujer, pobre, excluida y los maestros de la ley, hombres privilegiados, admirados y todo esto dentro de un sistema capitalista que sigue exigiendo sacrificios a personas que no tienen para sobrevivir. Hoy, banqueros sacan cuentas, algunos sectores de cristianos y medios de comunicación apoyan a xenófobos, racistas y homofóbicos, y dejan de la lado a las mujeres, a los/as pobres, a los niños/as y trabajadores/as y todos los que no entran en su normativa de familia, mujer, hombre.
El Dios de la vida y de la historia nos acompañe en los desafíos de estos tiempos, y se lo pedimos por su hijo Jesús, que vino a traernos la buena noticia de una vida plena y nos pone como ejemplo a esta viuda, no para que sigamos dándole más cargas sino para que sigamos su ejemplo, donando nuestra vida: tiempo, nuestros dones y talentos en la construcción de una sociedad sin excluidos. Porque ya lo decían los poetas: ¡Hay que dar vuelta el viento como la taba, el que no cambia todo, no cambia nada!
Carmen Alegre
Excelente reflexión, Carmen. Parece un tema tan repetido éste de la explotación, la insensibilidad de los que más tienen, que a veces no nos convoca. Pero desde la impronta que está presentado, nos ubica a nosotros al lado de los poderosos insensibles. ¿Dónde está nuesto amor, nuestra compasión? Nuestra responsabilidad ante el que menos tiene. Gracias.