Leemos en nuestra Biblia: Mateo 18:25-35
Las enseñanzas de Jesús por medio de parábolas son un recurso que en todo tiempo podremos usar. Sabemos que la sabiduría de Jesús es única, pero no es imposible realizar reflexiones inspirándonos en ellas para dar testimonio de nuestra fe en Jesucristo, y de esta forma, llevar el evangelio a personas que no han tenido la dicha de conocerlo o para pensar en acciones en concreto para ayudar al que lo necesite y ayudarnos al crecimiento individual de nuestra fe.
Yendo a nuestro texto, el tema del perdón es algo complejo, la sociedad en la que vivió Jesús tenía realidades diferentes a la de nuestros días, había esclavos. Hoy, también vivimos situaciones de esclavitud que podríamos llamar: odio, opresión, violencia. La pregunta es ¿cómo sortearlas? El recurso por el cual Jesús enseñó es muy claro.
Recibes un beneficio enorme cuando decides perdonarte y perdonar, y lo mismo ocurre con todos a tu alrededor. El perdón permite liberarte, tus energías físicas, mentales y emocionales las puedes aplicar a una vida buena que redunda en armonía en la convivencia y aplicado a la vida cotidiana la aliviana y trae mucha paz y energía de la positiva.
Aprender a perdonarse a sí mismo es de vital importancia, negándote a perdonarte a ti perjudica también a otros, no perdonándote te limitas a ofrecer lo mejor de ti y no puedes compartir tus riquezas que toda persona tiene por ser creado por un Dios que quiere la vida.
Cuando perdonas te vuelves mejor, a medida que aprendes a perdonar estás más abierto; lo que parecía imposible se hace posible, solo te puede ayudar, nunca te puede dañar.
El perdón es inmensamente práctico y útil, cuando lo logres vas a dejar de luchar y luchar gastando energías en cosas que son utopías, la vida se abre frente a ti con perspectivas nunca pensadas.
En la oración que Jesús nos enseñó dice perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores, desde esa enseñanza está indicando lo importante que es perdonar y perdonarse.
El perdón que se nos pide es un perdón desde el corazón, desde nuestro interior, algo verdadero como el amor que Cristo nos ofreció.
Hay que estar con los ojos abiertos a la verdad y saber perdonar es no cegarnos en nuestro egoísmo, soberbia, individualismo, falta de solidaridad, aceptar el amor incondicional, aceptar la verdad de sus palabras, reconocer que sus enseñanzas nos conducirán a la vida en abundancia, de gozo pleno junto a los hermanos y hermanas que comparten nuestro camino cotidiano.
En esos tiempos es cuando más debemos ser hermandad, transmitir la fe, unirnos frente a lo diferente, los desafíos son enormes por su malignidad y sus sorpresas.
Jesús tenía temores, angustias, sí tenía firmeza, no torcía sus designios ante tentaciones y adversidades y perdonaba. La falta de perdón es uno de los problemas de hoy y lo debemos abrazar como desafío confiando siempre en la fidelidad que nos ofrece nuestro padre.
Pedimos humildemente a nuestro Señor Jesucristo que nos permita perdonarnos y perdonar al hermano/a para tener la misericordia de Dios.
“¿Podrá el pecador acaso aquí saber si le perdona el Santo Dios, si suyo ha vuelto a ser?
Lo que el Señor nos dio queremos proclamar, las evidencias del perdón y de su libertad.
En Cristo el Salvador creímos y en su cruz halló el inquieto corazón descanso paz y luz.
Su espíritu nos da los dones del Señor, riquezas puras de verdad brotan de su amor. Amén.”
(Himno 250 del Cántico Nuevo “Evidencias del perdón de Dios”).
Nelda Eichhorn
Miembro de la Comunidad Valdense de San Gustavo-La Paz, Entre Ríos, Argentina.