Leemos en nuestras Biblias: Marcos 8:27-38.
¿Quién dice la gente que soy yo?
Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
¿De qué le sirve al ser humano ganar el mundo entero si arruina su vida?
Estas son algunas de las preguntas y afirmaciones de Jesús en el pasaje indicado.
Mientras repasaba la lectura pensaba que hay textos bíblicos que nos incomodan, porque colocan a quien lee en un lugar donde no quiere estar.
Jesús hace estas preguntas para que nos hagamos cargo: quién soy, qué espero de la vida, a qué estoy dispuesta.
Si este texto también te incomoda como a mí, quizás esté generando nuevos movimientos en tu vida, logrando su objetivo. Entonces, bienaventurada la incomodidad para sacarnos de lugares conocidos y proponernos nuevas realidades. Porque solo sintiéndonos incómodos en nuestros lugares de vida, nuestras decisiones, nuestras relaciones, nuestras rutinas es que podremos descubrir lo nuevo que Dios trae. Y cuando recibimos el Evangelio, incorporamos buenas nuevas a nuestra vida, lo hacemos carne y lo testimoniamos como bendición y transformación.
¿Quién dicen que soy? Esa pregunta que Jesús hace a los discípulos viene a cuento de lo que sigue después: ¿Quiénes son ellos y ellas y qué están dispuestos a ser y hacer en sus vidas de discípulos y discípulas?
La pregunta sobre “quién dicen que soy” tiene un costo muy alto. Tanto que para muchas personas resulta difícil poder sincerarse respecto de su vida, de sus prácticas, de sus historias, cargando un peso demasiado grande que llega a enfermar. Se trata de lo que otras personas depositan en mí, ¡y en mis múltiples roles como mujer, como esposa, como pastora, como madre, como hija, como vecina, como itinerante rioplatense, como cristiana! Y la lista podría seguir.
Jesús me y nos invita a revisar cuáles serán las cargas e identidades que estoy dispuesta a sobrellevar.
¡Que sean las de un discipulado transformador! Que sean las cargas de una vida que busque trascender las lógicas de la sociedad de consumo, basada en individualismos, para ser parte de un camino común junto a otras y otros que traerá asombros de resurrección.
Siento que el evangelio me invita hoy a dejar un poco todos esos roles asignados o elegidos para hacer de uno, el seguimiento de Cristo, mi bandera, mi razón de vivir.
En tiempos de tensiones y fragmentaciones en nuestra sociedad se nos está haciendo difícil muchas veces decir lo que pensamos como cristianos/as. Cuando estamos demasiado preocupados por lo que podrán decir los demás de nosotros y nosotras, nos quedamos paralizados sin poder expresarnos. Perdemos libertad, perdemos identidad.
¡Bienaventurada la incomodidad! De sentirme cada día llamada a proclamar aquello que una vez llegó a mi vida, la fe en Jesucristo, la confesión de Cristo como mi salvador, porque no puedo dejar de contar lo que he visto y oído. “nosotros predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y necedad para los gentiles…” Dice Pablo (1 Cor 1,23).
Carola Tron
Pastora Iglesias de Cosmopolita-Juan Lacaze y en Tarariras.
Moderadora Mesa Valdense.